Capítulo 22

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CAPÍTULO 22

James.

La sangre me hierve al contemplarla frente a mi, expuesta y vulnerable. Me duelen los huevos de lo duro que me pone. El autocontrol se va a la mierda al probar sus deliciosos labios y sentir como irradia un calor sofocador.

Tomo un poco de distancia solo para poder quitar mi pene del pantalón con demasiada prisa, pero el sonido del elevador siendo abierto detiene mi tarea y con una rapidez que no conocía, me coloco frente a Amber para ocultar su semidesnudez.

«Ni muerto dejaría que la vieran así, sólamente yo»

Las dos figuras aparecen frente a mi campo de visión y lanzo una mirada mortecina hacia Andrew.

—Ups, creo que llegamos en mal momento, Valerie —mi amigo bromea junto a la pelinegra que parece contener una enorme carcajada ante la situación.

El rostro de Amber es para retratarlo. Sus mejillas tintadas de un rojo carmín, sus ojos abiertos de par en par plasmados de incredulidad y sorpresa, mientras que acomoda su ropa oculta de la mirada de esos dos. En menos de nada, ya se encuentra vestida.

«Maldito hijo de perra»

Vuelvo a guardar y acomodar la gran erección dolorosa en mis pantalones. Me estoy conteniendo lo suficiente para no echar a patadas al idiota que tiene dibujada una gran sonrisa en el rostro.

—¿Qué carajo haces aquí? ¿Se te olvida que existe algo llamado "teléfono"? Sirve para comunicarse por si no lo sabías —lo enfrento colerizado. Le divierte y no trata de disimularlo.

Este espera a que Amber arrastre a su amiga y se dirijan a otro lado para soltar la lengua. Mi mirada clavada en él, mostrándole cuan furioso estoy por su intromisión. Ojalá se pudiera asesinar con ella, créanme que ya lo hubiera hecho de ser posible.

—No contestabas, pero ya veo porqué —se encoge de hombros y comienza a caminar hasta mi despacho como Juan por su casa. Maldigo el momento que le di el derecho de ser mi mejor amigo.

—Dos veces, Andrew. Ya van dos putas veces que se te da por hacerte el inoportuno.

—No es mi culpa si no puedes mantener tu polla quieta. Y ve como bajar eso, que hasta miedo ya me da —apunta al bulto de mi pantalón con una mueca rara, lo que me hace esbozar una sonrisa arrogante.

Cierro la puerta a mi espalda. Andrew se sirve un trago y se apoya al borde del escritorio. Yo voy por el mío, bebiendo el contenido de golpe. La calentura todavía no se me baja.

—Ya dime a qué vienes. Házlo y vete —espeto sin ganas, con mi humor por el suelo. Rueda los ojos fastidiado. Bastante acostumbrado con mis grandes cambios de humor.

—Scarlett llega en dos días.

—¿No había retrasado su vuelo para dentro de una semana?

—Sabes lo impredecible que es. Tú más que nadie.

Claro que lo sé. Nadie la conoce tanto como lo hago yo. Ni siquiera él.

—¿Y qué quiere? —me tiro al sofá a un lado del escritorio.

—¿Qué más querría? —suelta una risa seca—. Quiere que la busques en el aeropuerto. Y que vayas a la cena sin rechistar.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now