CAPÍTULO 49 - VERDADES QUE MATAN

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CAPÍTULO 49.

Verdades que matan.

27 de septiembre, 6:20 p.m.

Amber.

Me duele la cabeza. Muchísimo.

Los ojos me escuecen, los párpados me pesan al  abrirlos y los termino cerrando. ¿Qué me pasa? Intento recordar, pero me duele tan solo pensar. Al cuerpo lo siento pesado, como si me hubieran pateado como saco de boxeo por horas.

Parpadeo pesadamente, adaptándome con dificultad a la luz que me encandila y que empeora las punzadas de dolor en la sien. Enfoco mi mirada tratando de ver en donde estoy.

Es un espacio lúgubre, paredes grises, pero de ese gris blanquecino y sombrío. Están llenas de manchas de humedad, eso podría explicar porqué siento que el frío me está calando en los huesos.

Me siento cansada y abatida, pero aún así, me obligo a reaccionar. Cuando observo cada rincón de la habitación, hasta el colchón en el que me encuentro, flashes me ciegan trayendome a lo que sucedió.

Un club, tequila, James, mi casa destruida, mi madre y... Mason.

No, no, no.

Entro en razón y caigo en cuenta de que fui raptada por Mason a tan solo unas horas de haber finalizado mi cumpleaños, y quien lo ayudo fue mi propia madre.

Mi madre, quien debería ser la primera en ver por mi, es la causante de que yo esté aquí.

Volteo hacia todos lados con los ojos lagrimosos al borde de las lágrimas. Hay una sola ventana, pero está tapada con tablas de madera. Me incorporo de golpe, pero la cabeza me da vueltas y termino apoyada en la pared hasta encontrar estabilidad. La debilidad no me impide correr hasta la puerta de madera vieja empuñando el pomo y empujándola cientos de veces esperando a que se abra. Es obvio que eso no sucederá, pero no puedo rendirme.

—¡MASON! —golpeo y pateo la puerta—. ¡Mason sácame de aquí! ¡No me hagas esto, por favor!

«Su nombre es veneno para mis labios»

Ninguna respuesta. Nadie me escucha o tal vez sí, pero prefieren ignorarme.

Pataleo, grito, vocifero su nombre hasta el cansancio y acabo deslizandome por la puerta sollozando hasta que sin darme cuenta me quedo dormida.

28 de septiembre, 12:15 p.m.

¿Al tiempo? Yo ya lo había perdido. No tengo la menor idea de cuanto había pasado aquí. Dormí hasta que sentí como mi garganta me pedía a gritos una gota de agua y mi estómago un pedazo de comida. La humedad mezclada con el frío me mata silenciosamente. Abracé a mi cuerpo en busca de calor y había supuesto que llegó la noche cuando se volvió insostenible.

«Estoy secuestrada»

Eso se repite sin parar como disco rallado en mí cabeza. Mason cumplió nuevamente su promesa y soy una tonta por haber pensado por un instante en que no sería capaz de tanto. Es un abusador y un asesino, no conoce los escrúpulos.

Escucho el cerrojo de la puerta y me hago a un lado poniendo de pie. La puerta se abre dejando ver a un hombre de negro que no había visto nunca. Mi vista se enfoca en el arma que lleva en la cadera haciéndome tragar grueso.

—Sígame.

Niego retrocediendo.

—No. —su porte me da miedo, pero no tengo a donde ir para impedir que me toque.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now