Capítulo 9

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CAPÍTULO 9

James.

Abro los ojos de golpe, me encuentro sudoroso y mi sien palpita dolorosamente sacándome un quejido. Sensaciones que conozco a la perfección.

Siento un cuerpo a mi lado irradiando calor, mis ojos se criptan de sorpresa al ver a Amber en mi cama. Sorpresa que desaparece al recordar lo de anoche.

Me embeleso con las facciones delicadas de su rostro y una pequeña sonrisa burlona se plasma en mi rostro al verla dormir en una pose muy poco femenina.

Vuelvo a la realidad, sacando mi vista de ella y me levanto de prisa para entrar al cuarto de baño. Las punzadas en mi sien se intensifican pero las soporto, y sin esperar más entro a la ducha después de quitarme la apestosa ropa que traía puesta.

Salgo envuelto en una toalla de la cintura para abajo, el dolor de la resaca me deja de mal humor.

Fijo mi vista al salir en el desastre de mujer que me mira horrorizada sentada al borde de la cama.

—Yo... No... No es lo que parece señor Anderson—balbucea temblorosa, la miro con seriedad.

—¿No es lo que parece, señorita Harrington?—suelto irónico y me encamino a mi vestidor.

Escucho como se levanta a recoger sus tacones y me sigue.

—Usted estaba ebrio y yo solo lo traje, no fue mi intención quedarme, si me disculpa ya me voy—cambia su tono de voz por uno más seguro y se encamina a la salida de la habitación.

—No he dicho que se pueda ir, señorita Harrington—ella se detiene abruptamente y vuelve a mirarme, ésta vez con los ojos abiertos de par en par, mostrandose completamente nerviosa.

Es cuando me doy cuenta que la toalla que enrollaba mi cintura, ya no está.

Una indescriptible sonrisa adorna mi rostro y me río internamente de su nerviosismo.

—¿Necesita algo, señor Anderson?—cierra los ojos para hablar.

Yo tomo uno de mis boxer de los cajones y me los coloco con lentitud. Ella desvía la mirada.

—La llevo a su casa—tomo unos baqueros gastados junto con una camiseta negra.

—No es necesario, puedo tomar un taxi y...

—La llevo a su casa—vuelvo a repetir con firmeza.

De soslayo la veo tragar saliva cuando termino de colocarme la camiseta.

—Está bien—acepta rendida.

Me termino de vestir y salgo de la habitación con ella detras de mi.

—No tiene porque hacer esto, yo puedo irme en un taxi sin problemas—dice cuando llegamos a la cocina.

No contesto y busco en los cajones una aspirina para el maldito dolor de cabeza que no cesa.

—Lo hago porque me ayudó a llegar al pent-house cuando no tenía porqué—encuentro una aspirina y la tomo con un vaso de agua—Tómalo como un agradecimiento, nada más.

Miro sus ojos almendrados, que bajan la vista inmediatamente, privandome de ellos.

—Yo... Lo siento—lo suelta en un pequeño susurro que apenas logro escuchar.

Frunzo el seño y me acerco a ella.

—¿Por qué lo siente, señorita Harrington?—inquiero con sorna—¿Sucedió algo de lo que yo no sepa?

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now