Capítulo 11 Parte 2

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CAPÍTULO 11 2/2

Amber.

Los párpados me pesan, el sueño no se va del todo y no quiero moverme pero mi alarma no deja de sonar y debo de mover mi mano para apagarlo.

Somnolienta lo tomo y miro la hora, despavilo de golpe al ver que dormí cuatro horas. Hace demasiado tiempo que no dormía de esa forma.

No creí estar tan cansada como para dormir tanto.

A lo mejor es el desgaste mental.

Me levanto sobandome los ojos, y camino hasta el cuarto de baño. Debo ir a lo de Pierce y no es que el tema me emocione mucho.

No me acelero ya que mi cuerpo parece no responderme como debería. Busco algo de ropa adecuada para la ocasión entre mis cosas, Pierce dijo que vaya informal y es lo que haré.

Mis vaqueros negros son mi primera opción, junto con una blusa color beige algo ajustada que remarca mi busto y cintura. Suspiro. Es más que obvio que es un regalo de Valerie.

No me produzco demasiado, solo dejo mi cabello caer en cascada por mis espaldas y, me realizo un simple maquillaje en el rostro.

La verdad es que no sé que es lo que haremos, mis ganas de divertirme son algo nulas pero soy consciente de que esto puede ayudarme a bajarle al estrés y después de una semana, por fin poder relajarme. A demás de que disfruto de la compañia de Pierce.

Tomo mis cosas con una lentitud desesperante y salgo del apartamento, sin antes preguntarle a Val si irá ahora o más tarde. No obtuve respuesta, claro está.

En unos 25 minutos, me encuentro frente al edificio de Pierce y entro dirigiendome al ascensor. Según lo que decía su mensaje, está en el último piso.

Reviso mi teléfono mientras que espero a que el ascensor llegue a mi destino y, cuando lo hace, sus puertas se abren dejándome boquiabierta con lo que captan mis ojos.

Mis pies se mueven solos dando unos pasos hasta estar fuera del ascensor. Miro con asombro hasta en donde estoy parada.

—¡Amber! —Pierce sale de no se dónde con un delantal puesto cubierto de harina y con una sonrisa ladina en el rostro—. Por un momento creí que no vendrías. Ven, acompáñame.

—¿Es tú apartamento? —pregunto con incredulidad viendo el tamaño de éste.

Suelta una pequeña carcajada permitiendome ver su dentadura perfecta y sin quererlo, un pequeño sonrojo me cubre.

—Es mi ático, no me gusta presumir de ello. Es por eso que les he dicho que tenía un apartamento.

Me responde dándose la vuelta entrando por una puerta.

Obligo a mis pies a moverse y lo sigo. Entro a una espaciosa y hermosa cocina, en donde predomina el color gris y blanco.

Arrugo la nariz, dejando de observar la hermosa cocina cuando un olor me distrae.

—Pierce... Creo que... —me interrumpo a mi misma al verlo abrir los ojos como platos como si se hubiese acordado de algo.

—¡Mierda, el conejo! —exclama corriendo al horno para luego sacar una fuente que suelta una espesa bola de humo.

—¡¿Conejo?! —inquiero horrorizada, mientras el humo y el olor a quemado llena toda la instancia.

Me acerco a él intento ayudarlo, pero al ver la fuente de cerca no creo que pueda hacer mucho.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora