CAPÍTULO 42 - A SOLAS. Pt 1

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CAPÍTULO 42.

A solas.

James.

Bajo a hablar con el piloto dándole las indicaciones que debe seguir para volver dentro de una semana. El cuidador del yate al borde del río se va acercando al ver el jet aterrizado.

Amber aún sigue dormida en el cuarto privado y no he tenido el valor de levantarla. Las largas horas de viaje y el orgasmo que le dí la dejaron exhausta, aunque a mi me haya dejado incapaz de cerrar un ojo con las ganas de ir y follarla, pero debo de darle sus tiempos. Me estoy muriendo por tomarla y hacerla mía, lo único que me contiene es esa maldita confesión que me está jodiendo más de lo que esperaba.

—Señor, sus llaves —el cuidador se quita el sombrero de paja de la cabeza y la diferencia entre ambos es muy notoria por su ropa. Todo el pueblo usa los mismos harapos que utilizaban cuando venía de niño. Puedo asegurar que se quedaron en el tiempo y también que no desean cambiar nada de lo que son.

—Espero que hayas dejado todo como te lo ordené.

Para tener gente inepta a mi disposición, preferiblemente no quiero nada. Bastante tengo con mis problemas para venir a resolver los de otro que no sabe acatar una sola órden.

—De eso no tenga duda —su tardanza en responder me deja la sospecha de que realmente así sea, pero da igual, no quiero darle más importancia de lo que merece.

Guardo las llaves en mi bolsillo y del otro saco mi billetera para darle su parte que me agradece al instante. El ruido de unos tacones me hace voltear hacia las escaleras y ver a mi mujer, que, para mi desgracia, lleva un blazer beige por encima de un vestido blanco muy ajustado que deja al descubierto sus largas piernas, también pronuncia su diminuta cintura y redondos pechos que hace unas simples horas estaban entre mis dientes. Y no es que me moleste el vestido en sí, todo lo contrario, me encanta y las ganas de meterla en cualquier espacio cerrado para follarla me despierta el instinto enseguida, pero mientras sea solamente yo quien pueda presenciarla y no que alguien más pueda fantasear con lo que es mío. El silencio de los dos hombres detrás de mí me da la seguridad de que se encuentran igual de embelesados que yo.

Ella observa todo su alrededor con cautela, y cuando pisa el último escalón es cuando fija su mirada flameante y asesina en mí.

«¿Ahora que hice?»

Acelera sus pasos hasta donde estoy y con el enojo que expresa su rostro se ve demasiado graciosa y tierna. Me muerdo la mejilla para evitar que se me escape una sonrisa que solo la enfurezca más de lo que ya está, y para que piense que puede llegar a intimidarme tan solo un poco. Aunque lo único que logra con los pucheros que hace cuando está enojada es ponermela dura.

—Preciosa...

—Métete el preciosa por donde mejor te quepa —elevo ambas cejas. Sí, está muy enojada. El humor se me baja cuando el piloto suelta una risa que la desconcentra a ella y a mí.

—¿Qué es lo gracioso? ¿Acaso no tienes que estar piloteando un avión? —Inquiero en su dirección sin una pizca de gracia y suelta un carraspeo disculpándose para luego irse.

El repiqueteo de los tacones de Amber me hacen volver a ella. Joder, se ven tan pequeña a mi lado que no puedo tomarla en serio.

—¿Por qué estás así?

Carajo, debo practicar más el como tratarla para que no se enoje. Las mujeres son tan complicadas que con una palabra fuera de lugar son capaces de despellejarte vivo.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora