CAPÍTULO 41 - CONTRATO

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CAPÍTULO 41.

Contrato.

Amber.

Los recuerdos de la noche anterior siguen tan presentes como si los estuviera viviendo en este mismo instante. Aún no me creo que tuviera el valor de decírselo en uno de los momentos más vulnerables que hemos tenido hasta el momento.

Todavía no comprendo como esa parte de mi vida la había bloqueado hasta el punto de borrarlo como si nunca hubiera sucedido, pero al recordarlo, fue como volver a vivirlo, volver a sufrir esa agonía. Me duele, me duele porque olvidé a mi amigo, olvidé su muerte y nunca pude honrarlo como se lo merecía. Siento una rabia intensa al saber que ocultaron su muerte de una forma atroz, y nadie, absolutamente nadie objetó ni reclamó por su cuerpo. Ni siquiera su familia. Mike merecía un entierro digno, y ni eso pudo tenerlo.

Después de haberme quedado seca de tanto llorar, en donde James no me dejó sola en ningún momento, en algún punto me habré quedado dormida porque no recuerdo como es que estoy en su suite y en su cama. El otro lado de la cama está perfectamente ordenado, lo que me indica que él no durmió a mi lado y agradezco que no lo haya hecho.
Lo de ayer solo fue un paso más de los miles que debemos de dar si queremos mejorar las migajas que nos quedan.

Me pongo mis zapatillas y salgo al salón. Su aroma está impregnado en cada rincón y es como un analgésico para la tormenta que aborda mi pecho. Recorro el lugar con la mirada y veo a James en uno de los sillones a mi derecha. Está dormido y se ve extremadamente sexy y pacífico así. Camino hasta sentarme en la orilla del sofá.

Sus sábanas están tiradas en el suelo y rozo cuidadosamente su piel para comprobar lo que me esperaba, está congelado.

—Si serás idiota —suelto una risa baja para no despertarlo y lo arropo.

Por un momento me olvido de todo observando la tranquilidad de su rostro. Pocas veces lo he visto sin el ceño fruncido que lo hace ver enojado la mayor parte del tiempo. Hago a un lado uno de sus risos que tiene en la cara y no me puedo contener de pasar la yema de mis dedos por sus pómulos hasta su mandíbula marcada, su barba me hace cosquillas. Mi recorrido termina en sus labios levemente carnosos.

Me quedaría todo el tiempo observándolo, es imposible aburrirse al tener a este hombre cerca, ni estando dormido. Acaricio su cabello sedoso mientras rememoro su te amo que, de cierto modo, me devolvió un pedazo de mi corazón. Lo amo, por cristo que sí, lo amo con mi vida y ya no sé que hacer con este sentimiento que ya no me cabe en el pecho, pero aún no estoy lista para decírselo, no puedo hacerlo.

Aún me queda mucho por sanar y su amor solo me hará más dependiente de lo que ya soy.

—Ojalá me despertara siempre con esta vista —bajo mi mano de inmediato cuando James habla—. No dejes de acariciarme —sigue murmurando sin abrir los ojos.

—¿Desde cuando estás despierto? —Por fin me mira y sus ojos me avasallan por completo.

—Desde que te sentaste y me mirabas como si fuese lo más hermoso que viste en tu vida.

Ruedo los ojos y le pego en el hombro. Olvidada lo ególatra que podía ser.

—¿Te han dicho lo insoportable que eres?

—Siéntete halagada, has sido la única en tener el privilegio.

—¿Por qué dormiste aquí? —Le cambio el tema.

—Claramente porque estabas en mi cama, tonta.

Elevo las cejas.

—¿Te levantaste graciosito? —Me deleito con su sonrisa perezosa.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now