Capítulo 29

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CAPÍTULO 29

Amber.

El café de esta mañana lo encuentro excesivamente delicioso, hasta ganas de quedarme en casa y no ir a trabajar. En vez de quitarme esas incesantes ganas de cerrar los ojos y dormir, hace todo lo opuesto.

No había podido dejar de pensar en la sorpresa que me había dejado James en el cajón de la mesita de luz. Después de despedirlo frente al portal del edificio, volví a subir para encontrarme con Evie y conversar de algunas cosas y entre esas, sobre la familia de James. Duramos bastante tiempo juntas hasta que me sentí lo suficientemente cansada para subir a la habitación y en eso recordé que me había dejado algo, pero ni en mí más remoto pensamiento se me pudo haber cruzado que me dejaría un vibrador y pegado a el, una nota.

"Para que no te aburras en mi ausencia" decía.

James está irremediablemente loco. Y yo... Yo estoy ineludiblemente loca por él. ¿Ya para que negarlo? Tapar el sol con un dedo no quita lo que estoy sintiendo por él. Aunque sé que es lo que me está pasando, aún no estoy preparada para admitirlo en voz alta. Es como si supiera que, una vez lo diga, no habrá retorno.

Quiero quedarme con la absurda idea de que, de ese modo, me estoy protegiendo de algo devastador.

Hoy, en específico, me levanté radiante y con algo que no puedo distinguir. Al verme al espejo, me ví ese brillo especial que no había visto en años. Es como volver a ser esa niña de tan solo quince años, llena de ilusiones, de vida, con el hermoso sueño del amor. Claro, esa niña estaba llena de inocencia, sin la más mínima idea de la crueldad que habita la tierra; en cambio la mujer de veintidós, ya no le queda de ella y aprendió a las malas que los golpes pueden venir de cualquiera.

«Ya no recuerdes» me repito una y mil veces. Esos dieciocho años de mi vida ya no deberían de existir en mi memoria.

Rehice mi vida aquí en Washington. Ya nada me queda por recordar de mi pueblo.

Acabo con mi segunda taza de café y contesto la videollamada entrante de James. He recibido mil y un llamadas y mensajes de su parte desde que partió, de las cuáles no tuve ni el más minimo valor de contestar. Sabía que rumbo tomaría la conversación y no estaba lista para tenerla. En cambio; ahora sí.

—James, hola.

Su respuesta es elevar una ceja con su típica expresión pétrea que me indica lo enfadado que se encuentra.

—¿Hola? Llevo dos putos días tratando de hablar contigo y tu ni tus luces y lo único que tienes para decirme es ¿Hola?

Vaya que está guapo, dios. Cada día parece estar más bueno y comestible. Su cabello revuelto lleno de pequeños risos rubios, sus ojos verdes, su nariz recta, su remarcada mandíbula...

—¡Hey! ¿Tengo algo en la cara?

—Estás muy guapo.

Suaviza su semblante y un atisbo de sonrisa aparece en su rostro.

—Tienes el don de quitarme de quicio y tranquilizarme a la vez —la cámara se mueve y se va a un balcón. La luz del sol le da en la cara, haciendo resaltar sus orbes verdes y las duras y varoniles facciones de su rostro—. Tú estás radiante. Siempre lo estás, pero hoy mucho más.

La sangre se estanca en mis mejillas como siempre que recibo un halago por su parte. Se da cuenta y me cambia sutilmente de tema.

—¿Te gustó mi regalo?

Vuelvo a sonreír al recordar mi reacción al verlo.

—¿Un vibrador, James? ¿Es en serio?

—Era para que lo uses cuando hablaras conmigo, pero como nunca me atendiste...

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now