Capítulo 31

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CAPÍTULO 31

Amber.

No puedo respirar. Es lo primero que pienso al recuperar la consciencia de un sueño profundo. No entiendo como terminé en estos ángulos extrañamente raros...

Tengo el brazo de Valerie clavado en mi garganta con todo el peso que me corta la respiración. Su pierna está abrazada a mi estómago como si fuera un peluche.

Levanto su brazo con cuidado de no despertarla, al igual que quito su pierna de mi cuerpo. Me doy la vuelta para seguir durmiendo pero...

Tres toques en la puerta interrumpen mí intención.

—Mmm —Val gruñe somnolienta en lo que se refugia debajo de su almohada—. ¡Déjame dormir un rato más, Colin!

Me vuelvo a acomodar tratando de continuar con mi hermoso sueño...

—Lo siento señoritas —la señora Colin se asoma en el hueco de la puerta apenada de invadir nuestra hora de sueño—, pero hay un hombre abajo que busca a la joven Amber.

Me incorporo lo suficiente para verla con los ojos entrecerrados. No espabilo por completo.

—¿A mí? —pregunto confundida en lo que me froto los ojos para ahuyentar el sueño.

—Eso es lo que me dijo —confirma—. Es guapo, rubio, alto de más o menos un metro noventa y bastante fornido. Si quiere le digo que se vaya...

Pego un salto en la cama que me termina por tirar al suelo.

—¿Qué hace James aquí? —pregunta mi amiga al aire, entendiendo la descripción de la mujer.

—Lo mismo me pregunto —observo a la cocinera— Yo lo atiendo, no te preocupes Colin —acomodo los pantalones y el top que Valerie me prestó como pijama y salgo a trompicones de la habitación.

No quiero verlo. No después de lo de ayer.

Al pie de las escaleras, lo contemplo a través de los enormes vetanales, apoyado en su carro —estacionado junto al mío—, y con las manos en los bolsillos.

Traspaso el portal bajando los escalones.

Él está ahí, impoluto con su tan usual traje negro a medida. Odio que se vea tan irresistible. El traje le queda de infarto y lo odio más por eso.

—¿Qué haces aquí?  —el tono afilado hace que se enderece rígido en su lugar.

—Quiero hablar —relaja sus hombros en un gesto pasivo, dando pasos para acortar la distancia. Se contiene lo suficiente para no darme una ojeada de cuerpo completo por las partes descubiertas del pijama.

—¡Ah! ¿Qué crees? —cruzo los brazos a la altura de los pechos y la mirada recae en ellos con brillo de deseo—. Ahora soy yo la que no quiere hablar.

—Escúchame...

—Escúchame tú a mí —rompo la distancia para presionar mi dedo en su pecho. Me mira atento—. A partir de este momento, las cosas se harán como yo diga —atisbo burla en sus ojos, pero no se mueve a la espera de que continúe—. No pienso seguir aguantando que me trates como se te da la gana. Y ahora no quiero hablar.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now