Extra: Un poco más que un beso

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Extra.

Valerie.

Me sujeto fuerte por la barandilla de metal, con la mirada fija en el reflejo de la luna sobre el azul oscuro del agua. Una intensa y fría brisa azota mi rostro en lo que dejo que las lágrimas caigan en el metal gélido. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que hacerlo? Deposité mi absoluta confianza, le di todo, lo dejé todo y ni así le fue suficiente.

Me duele, me duele el alma, el corazón. Lo quiero tanto que me está arrancando un pedazo de mi y no puedo hacer nada para evitarlo.

Aunque lo niegue una y mil veces, el dolor de la traición no me abandona.

Esa imagen se repite una y otra y otra vez. Esa escena se mantiene fresca en mi memoria.

Estaba acercándome con cuidado a la puerta, algo me decía que no iba bien y al observar la puerta entreabierta… estuve a punto de vomitar con lo asqueroso que era ver a Liam aplastando un cuerpo desnudo y embistiendo a lo animal. Esa mujer... Reconocería esa melena rojiza donde fuera.

—¡¿Qué mierda es esto?! —grité al borde del colapso y abrí la puerta de un golpe.

Liam abandonó el cuerpo de Nataly y se cubrió el miembro erecto con la sábana de color marfil. Ella hizo lo mismo. Ambos me observaron y lo que más me dolió, fue no ver una sola pizca de culpabilidad en los tan ordinarios ojos de Liam.

La sonrisa triunfal y superior que me dedicó la pelirroja fue suficiente para que la sacara a rastras de la cama. Le lancé su ropa y la tiré al suelo de una bofetada que resonó en toda la recámara.

Sentí como me jalaban el brazo y después como ardía mi mejilla. Me quemaba, me dolía.

Miré a Liam, que me había abofeteado en mi posición. Odio, lo odiaba con mi vida.

—No vuelvas a tocarle un solo pelo a Nataly —bramó con furia. No superior a la mía.

—¿Desde cuándo? ¿Desde cuándo te revuelcas con esta puta?

—Desde muchísimo antes de que te conociera a ti —respondió la basura del suelo con orgullo.

Todo cuadró para mí desde ese instante. Las palabras de mi padre cobraron sentido. Me lo advirtió, lo sabía y yo me empiné en no hacerle caso.

—Me dan asco. Son una mierda.

Liam sonrió satisfecho.

—Te vimos la cara todo este tiempo y nunca sospechaste nada. Un halago no nos viene mal…

—¡Pudranse! —empujé a Liam de mi camino y salí tan pronto como pude y no me detuve hasta llegar a mi coche.

Es masoquista de mi parte rememorar todo. Me hago daño a mi misma. Y pensar que mis padres tuvieron tanta razón… Él nunca me quiso, y de ciega no lo vi. Quería tanto sentirme amada, que no vi que con quien lo intentaba, no buscaba hacerlo. Que tarde lo vi…

Un sollozo desgarrador abandona mi garganta, mientras me comienzan a caer gotas espesas del cielo oscuro. La suave llovizna se intensifica cada vez más, pero yo no doy señales de querer moverme.

Dejo que el dolor me abandone, dejo salir ahí todo lo que me está carcomiendo.

Mi grito lleno de dolor se acompasa con el gran trueno que resuena por varios segundos. Los sollozos provenientes de mi garganta cada vez son más fuertes. No quiero llorar…no por un hombre, pero ¿Cómo le digo eso a mi corazón que se desarma a cada segundo?

Me siento estúpida, una completa idiota. Pisotearon mi orgullo en mi cara y no quise verlo.

La lluvia me empapa por completo, el cabello se pega a mi rostro mientras que el agua se lleva los rastros de lágrimas junto con mi rabia. Estoy temblando, y no sé si es por el viento frío o por el llanto que parece no cesar.

—¡Oye! —escucho que me llaman por detrás como también escucho que detienen de prisa un coche. No volteo en lo que siento los pasos acercarse bajo la brutalidad de la lluvia—, ¡Está lloviendo muy fuerte, te resfriarás! —giro la cabeza cuando el hombre me toca el hombro y su cara se crispa de sorpresa—. ¿Valerie? ¿Qué haces aquí?

—Andrew… —susurro muy bajo y no evito que se me quiebre la voz.

Me examina y quedo atónita cuando toma mi rostro con delicadeza. Él se encuentra completamente mojado, pero parece importarle muy poco.

—¿Estás llorando? —vuelvo a sollozar con fuerza sin poder evitarlo y es que estoy completamente destrozada. Acuna mi cuerpo bajo el suyo en un abrazo y no evito rodearlo para dejar que las lágrimas vuelvan a caer por su pecho, llorando como lo haría mi yo de pequeña—. Shhh, todo va a estar bien, ya pasará —pasa sus manos por mi cabello.

—Duele… duele mucho.

—Lo sé… pero es momentáneo, va a pasar.

—¿Me lo prometes? —no me importa haber sonado débil, solo necesito sentir que todo irá bien.

—Te lo prometo.

Me separo un poco para verlo a la cara y me encuentro con sus labios rojos con pequeñas gotas alrededor, a centímetros de los míos. Él agarra entre sus dedos un mechón húmedo de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja, logrando que eleve la mirada para verlo a los ojos. 

—Yo… —balbuceo al tener de un momento a otro la respiración descontrolada. Sus ojos bajan de repente a mi labios y lo que sucede después me deja por completo desorientada. Su mano jala mi nuca llevando sus labios a los míos, y no sé porqué correspondo en el momento dejando que me bese, olvidando todo a mi alrededor.

Mis manos se apoyan en sus hombros mientras que su mano libre tira de mi cintura juntando más si es posible nuestros cuerpos. Siento el sabor salado de mis lágrimas, pero aún así me dejo llevar.

Ya nada me ata y nada me impide hacer lo que voy a hacer.

Lo que ví se va de mi mente, alejo su imagen de mi cabeza y la suplanto por el hombre que ahora me besa bajo la intensidad de lluvia. Me olvido de todo hasta de lo que sucede después. No queda nada.

Solo Andrew Miller.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Onde histórias criam vida. Descubra agora