Capítulo 25

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CAPÍTULO 25

Amber.

Quiero quedarme aquí hasta que logre asimilar todo esto. Pierce y James, polos completamente opuestos, pero con la misma sangre corriendo por sus venas. Tan lejanos y cercanos a la vez. ¿Cómo creer que esos dos son hermanos?. Siempre encontré una similitud entre ellos, tanto física como en su personalidad, pero jamás se me cruzó por la cabeza pensar en aquello.

Me dejaron mareada, pensante. Pierce diciendo que está enamorado de mí y a James que se la quiere dar de misterioso contando las cosas a medias.
Quisiera salir corriendo de esta casa y buscar a Valerie, pero eso sería huir de mis problemas y ya tuve bastante de eso. Sin contar que ahora también soy novia de James ante los ojos de sus padres y su hermana.

«hay algo y nadie me va a quitar la idea de la cabeza.» Valerie siempre lo sospechó y sus palabras son un claro ejemplo. Quisiera tener la posibilidad de intuir las cosas como ella, y no dejarme llevar solo por lo que está frente a mis ojos.

—¡Aquí estás, cielo! —la dulce y amable voz de Scarlett me saca un respingo. Aún daba vueltas evitando salir y sabía que en algún momento alguien vendría a ver si seguía con vida—. Estaba buscándote para que pasemos al comedor, la cena está por ser servida.

Ve los rastros de lágrimas y la rojez de mis ojos, su rostro se suaviza mostrandose empática con una sonrisa de comprensión.

—¿Tú sabes lo que sucedió entre ellos? —suelto eso que me venía comiendo la cabeza. Sus labios forman una linea recta y toma una actitud seria.

—Sí. Lo que sucedió fue lo que nos separó como familia —queda en silencio unos segundos, como rememorando eso que tanto callan—. Te contaré parte de la historia, Amber, pero ahora es tiempo de que volvamos.

Asiento caminando de vuelta por el pasillo en el que vine. Scarlett se queda a mis espaldas.

—Y otra cosa, Amber. Quiero que seas conciente que lo que te diré son solo las piezas del rompecabezas, aunque quiera, lo demás no me corresponde decírtelo.

Volteo a verla.

—¿Por qué haces esto?

—Porque veo que no tienes ni idea del pasado de mi hermano, y como su novia creo que tienes el derecho de saberlo.

Tiene razón, porque en realidad no sé nada que James no haya querido mostrarme. Y yo no soy nadie para juzgar cuando también le mostré lo que quería de mí, y esa es la razón por la que entre nosotros jamás podrá haber algo. Soy la más conciente de eso.

No le respondo y continúo mi camino tomando memoria de por dónde vine. Scarlett se me adelanta y termino siguiendola al no saber por dónde ir. Ingreso a una sala en la que distingo como el comedor. Una alargada mesa de roble se ubica en medio con ocho sillas tapizadas esparcidas a cada lado y dos en las cabeceras y un candelabro de vidrio —lo más moderno que he visto hasta ahora— colgado en el techo.

En una punta, el señor Anderson ya se encuentra en su respectiva silla al igual que los demás, ahora en la mesa se encuentra Andrew quien habrá llegado cuando hablaba con Pierce. A la derecha del mayor de los Anderson se encuentra James, a su izquierda la señora Megan y junto a ella, Pierce y Andrew.

Miro a James quien no se inmuta cuando me siento a su lado y Scarlett al mío. Está mucho más serio que cuando llegamos y sé que es por la presencia de su hermano. Se respira el aire tenso e incómodo que los hombres Anderson no tratan de disimular.

—¿Y querida? —Megan se dirige a mí con una espléndida sonrisa— Cuéntame, ¿Cómo se conocieron tú y mi hijo? —sonrío ante el gesto que tiene Megan en sacarnos la incomodidad, mientras que nos sirven la cena y cada uno empieza a comer lo suyo.

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