Espero que no sea un obstáculo

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Habían transcurrido algunos días desde que habían acordado su "práctica de movimientos labiales", pero Tweek no sabía cómo pedirlo. Craig por su parte, esperaba pacientemente a que el rubio tomara la iniciativa, ya que él se le había ocurrido, pero como de costumbre, el gigante estaba siendo carcomido por sus demonios internos. En base a lo que le habían aconsejado Bebe y Nichole "él no tenía que presionar a Tweek", por lo que decidió dejar pasar unos días y si nada sucedía, recién podría hacer algo al respecto.

– ¿Me recuerdan por qué debo esperar? preguntó Craig con un tono que pareció más un gruñido que una pregunta.

– ¿Quién quiere practicar los besucones? ¿tú o él? –lo regañó la rubia.

– Él, pero yo los quiero –respondió caprichosamente el ojiverde, estaba un poco arrepentido de haberle contado eso a sus amigas, pero necesitaba toda la ayuda posible y mientras los detalles los manejara él, todo estaría bien.

– Ahí está tu respuesta, Craig, cálmate –suspiró Bebe.

– Pero tal vez puedas ayudarle con algún empujoncito, como recordándole que puede hacerlo si quiere, pero sin presionarlo cuando estén solos en su cuarto, aunque sinceramente me sorprendió el ingenio que tuviste para lanzarte de esa manera, bien hecho grandote –le guiño el ojo la morena, Craig miraba de un lado a otro esperando ver al pequeño o algún rostro conocido que lo salvara de estar solo con sus amigas.

Cuando finalmente vio a Tweek este estaba hablando con un chico alto y moreno con un cigarrillo sin encender en los labios, el pequeño simplemente señaló una dirección y el otro se marchó hacia lo indicado, luego de eso, el rubio avanzó hacia sus amigos.

– ¿Quién era ese? –preguntó Craig cuando el pequeño se acercó a la mesa.

– Celoso –murmuró la rubia.

– Ah, pues verán... –respondió Tweek mientras pensaba en su respuesta y recordaba lo sucedido.

Cuando el maestro del rubio abrió el salón de clases notó un piano eléctrico muy lujoso en medio del salón, era extraño, ya que estaban en la facultad culinaria y el maestro se le hacía incomodo dar su clase con el enorme instrumento estorbando por lo que fue en busca de alguien que se hiciera cargo de retirarlo, pero antes de salir, Tweek hizo un comentario en voz alta muy cerca de su maestro.

– Wow, hace mucho que no veía un piano así, mira esos sintetizadores, desde que hablé con Craig sobre instrumentos musicales que me gustaría volver a intentarlo, ahh... que nostalgia –se dijo en voz alta y su profesor se percató de ello.

– ¿Quieres intentarlo? –preguntó el maestro viendo como los ojos de Tweek se iluminaban, para luego apagarse al sentir la mirada de sus compañeros de clase– Anda, toca algo.

– No... no creo que sea correcto... –murmuró Tweek, aunque sus manos hormigueaban de tanto desear volver a tocar algunas teclas, aunque fuera por un breve tiempo.

– Solo lúcete y dale un buen uso a esta cosa que estorba –le susurró su maestro sosteniendo a Tweek de los hombros y guiándolo frente al instrumento. Ahora que el rubio estaba frente a sus compañeros, que ahora eran su "público", no le quedó de otra que dar un buen espectáculo y no hacer el ridículo.

Comenzó a probar el sonido base del piano al encenderlo, estaba configurado en modo orquesta y pronto lo configuró como un piano clásico.

– ¿Alguna petición del público? –consultó Tweek mientras se quitaba los guantes, más nadie respondió, todos se miraban entre sí, no confiaban que el rubio pudiera tocar algo.

Monstruo de RopaWhere stories live. Discover now