Cuidando del Osito

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La semana transcurrió con normalidad luego de que el pequeño osito repusiera sus fuerzas. Craig se mostraba especialmente atento con su compañero, pese a que este no presentaba ningún otro problema, incluso charlaron cada vez que fuera posible sobre la complicación que habría sufrido el rubio, a lo que éste le repetía que únicamente se debía a la fatiga del fin de semana, pero el pelinegro era demasiado terco para dejar el asunto hasta ahí.

- Vaya, estabas aquí – Craig se acercó a Tweek que se encontraba de pie en el centro del jardín de la universidad, en un lugar donde llegaba la potente luz del sol.

- Ah, hola Craig ¿Necesitas algo? – le preguntó el rubio, el más alto se inclinó a mirarlo detenidamente - ¿Qué ocurre?

- Sólo quería comprobar que estuvieras bien – Tweek hizo una mueca descontenta, no quería que Craig se preocupara por él.

- Te dije que estoy bien, llevo repitiéndote casi toda la semana, que cuando me ocurren esas cosas, parece como si estuviera muy drogado y me da más frío de lo habitual, pero nada más, no te preocupes tanto... - Tweek suspiró cansadamente y sostuvo la correa de su morral, apretando los nudillos fuertemente – Deja de prestarme tanta atención.

- Lo sé, ya ví que te sangra la nariz cuando haces ejercicio y escuché claramente eso de que sobre exigirte en un día puede tenerte en cama al día siguiente... o incluso dos... o tres... y también sé que si comes como un cerdito también te pones mal, pero... - Craig se acercó al chico y aproximó sus enormes manos para tocar sus mejillas – Me sigue molestando que no me lo dijeras...

- Ya lo sé – murmuró Tweek y miró nervioso hacia otras direcciones sin quitar las manos que tocaban sus heladas mejillas, se sentía demasiado bien para hacerlo, pero le avergonzaba que las personas los vieran de esa manera, sobre todo en el centro del jardín de la universidad - ¿No te avergüenza?

- ¿Qué cosa? – Craig no se movió un solo centímetro, su mirada estaba clavada en el niño que trataba de no hacer contacto visual, pero fallaba en el intento, pues de vez en cuando su mirada se juntaba con la del más alto cuando intentaba comprobar si aún lo seguía viendo y notaba que, de hecho, si lo hacía.

- Que estemos así de cerca... no es cómo en la habitación, aquí las personas pueden... pueden hacerse una idea equivocada... – respondió el más bajo, sus pequeñas manos se engancharon en las muñecas de Craig y con delicadeza retiró sus manos de su rostro – No quiero... que alguien piense mal de ti – una vez lejos, soltó las manos de Craig y regresó a estrangular la correa de su bolso.

- En primer lugar, me importa una mierda lo que la gente conocida o desconocida opine de mi – el de gorro azul volvió a poner las manos sobre las mejillas del rubio – En segundo lugar, aún estas helado, y te dije que intentaría ayudarte cuando pudiera... Y por último, ¿Qué haría yo si le ocurre algo a mi copiloto de Red Racer? – el pequeño monstruo de ropa no pudo evitar carcajearse ante el último comentario del gigante.

- Eres un retrasado – comentó entre risas.

- Es posible... ¿Sabes?, hoy tuve una clase interesante sobre las estrellas y no pude evitar pensar en ti – Tweek reaccionó y miró a los ojos a Craig, este pensó un momento en lo que iba a decir.

- ¿En mí? ¿Qué relación tendría una clase sobre las estrellas conmigo? - el rubio pudo ver como el pelinegro parpadeaba lentamente y desviaba la mirada, luego sonrió suavemente.

- Eres muy similar a una enana blanca que se va a transformar en una supernova de tipo 1a – Craig deslizó su pulgar por la mejilla del pequeño – Es como una estrella zombie, que le quita energía lentamente a su compañera, una gigante roja y cuando acumula suficiente, explota... La explosión es tan poderosa que puedes verla incluso de día, y es mucho más brillante que una galaxia... Mi profesor de astronomía dijo que es un crimen morir sin ver la explosión de una supernova, porque es una de las cosas mas hermosas que se pueden apreciar en el cielo... Eso sin mencionar los bellísimos remanentes nebulosos que dejan en el lugar donde se encontraban.

Monstruo de RopaWhere stories live. Discover now