El hombre araña (Peter Parker y tú)

Identidad revelada: ¿Y ahora?

||•|| _____ Stark ||•||

—Ay no... —murmuré cuando vi a Peter subir a una de las lámparas de alumbrado público sólo para seguir prestando atención a la noticia que estaban dando.

"El nombre de Spider-Man es Peter Parker" mencionó en su vídeo Beck y poco después apareció la fotografía de Peter en la pantalla.

— ¡¿Qué carajo?! —lo escuché exclamar a pesar de un pitido de auto que se escuchó en ese momento.

—Mierda —mascullé a la vez yo.

—Así es, amigos —hablaba el presentador—. Peter Parker, un estudiante del crimen de diecisiete años culpable de haber asesinado a Quentin Beck.

— ¡La señorita Stark lo conoce! —escuché a un tipo hablar a mis espaldas.

— ¡¿Spider-Man es tu novio?! —otro de los tipos detrás mío e agarró del brazo para llamar mi atención.

— ¿Qué? —traté de soltarme de su agarre pero pronto la multitud de gente ya me estaba rodeando y tomando fotos una vez más—. Oigan, oigan, paren un momento...

— ¿Entonces Spider-Man sí es tu novio con el que has salido tanto, verdad? —otro más insistió igual tratando de tocarme.

— ¿N-no se supone que la famosa soy yo? —traté de disipar al menos la tensión del momento pero no funcionó.

—¡No la toque, señor! —Peter corrió hasta donde estaban esos tipos, alejó la mano de uno y quedó frente a mí.

— ¿Eres un niño? —preguntó otro tipo.

— ¿Tú mataste a Mysterio? —esta vez una mujer preguntó.

— ¿Q-qué?

— ¡¿Que si tú mataste a Mysterio?! —insistió otra mujer.

— ¡N-no, no, yo no lo maté!

— ¡A ver, muestra la cara! —la mujer se iba a abalanzar a quitarle la máscara a Peter pero intervine.

— ¡Oye, aléjate, maldita loca!

— ¡Estás encubriendo a un criminal!

— ¡Lo único que voy a cubrir es tu cara con un puñetazo si no te alejas ahora!

— ¡Vámonos! —Peter puso su mano en mi espalda y prácticamente me sacó a empujones de toda esa multitud mientras seguían hablando alborotadamente y tomándonos fotos.

— ¡Vaya día para empezar un fin de semana! —reclamé con un tono sarcástico hasta que sentí cómo empezó a usar las telarañas para auxiliarse de salir en cuanto antes de toda esa multitud—. No de nuevo —me quejé—. Mierda, mierda, mierda...

— ¡No se supone que esto debía ser así, perdóname! —se disculpó en lo que de nueva cuenta me aferraba con todas mis fuerzas a él para evitar que me tirara al vacío.

— ¡¿Y cómo se supone que debía ser?! —reclamé—. ¡Carajo, Peter. ¿Ahora a dónde vamos?!

— ¡¿Te llevo a tu casa?!

— ¡¿Estás loco? En mi casa Bucky y Kozlov te van a partir la cara donde sepan todo esto!

— ¡¿No le caía bien a Kozlov?!

— ¡Digamos que se enteraron de todo lo que pasó en Londres!

— ¡Ay no...!

Acabó por llevarnos hasta una barra de metal de un puente. En ese momento maldije no haber llevado el brazalete de mi traje. Estábamos a unos cien metros de altura mínimo, y la corriente de aire no hacía mejor mi vista al vacío.