De regreso a Midtown: las crisis de ansiedad

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||•|| _____ Stark ||•||

El lunes llegó más pronto de lo que yo hubiera deseado. Ni siquiera me había levantado de la cama a pesar que el despertador había sonado casi media hora antes. Escuché que abrieron la puerta pero nadie entró ni dijeron nada hasta que volteé a ver a la puerta. Kozlov estaba recargada en el marco de la puerta observándome con atención y de brazos cruzados.

— ¿Qué? —pregunté.

— ¿No piensas salir de la cama acaso?

—No está en mis planes, ¿Por qué?

—Porque en mis planes tampoco está que te quedes todo el día en la cama —respondió antes de acercarme para quitarme las cobijas de encima—, alístate para la escuela y bajas, se hace tarde. Debo llevar a Nadir a la escuela también.

— Pues llévalo, ¿A mí qué?

—Que a ti también te llevaré a la escuela. ¿Quieres darte prisa?

—No quiero ir hoy.

—No, nadie quiere ir a la escuela en lunes pero no tienes otra opción, ¿Sabes? Levántate de la cama, se hace tarde —repitió una vez más.

—Me siento mal —intenté que esa excusa funcionara pero ella soltó una risa.

—Sí, y yo también me siento jodidamente mal pero si no trabajo ustedes dos no comen y mis facturas no las paga nadie si no soy yo. Así que levántate de la cama, ¿Quieres? No me hagas sacarte arrastrando de la habitación. Con toda esta mierda es genial saber que podrías iniciar el año de nuevo como si nada hubiera pasado.

— ¿Y te parece que yo quiero ir y hacer de cuenta que nada ha pasado?

— ¿Te queda otra opción?

Suspiré resignada. Ella salió del cuarto y tuve que levantarme de mala gana para ir a tomar una ducha y vestirme. Cuando estuve lista bajé en dirección a la salida y subí al coche en donde Nadir ya estaba sentado con Fofo en su regazo mientras tomaba un jugo.

—Hola, S.J. —me saludó—, ¿Lista para la escuela?

—No —respondí antes de ponerme el cinturón de seguridad y ver por el espejo retrovisor de mala gana a Kozlov que empezó a conducir.

— ¿Quieres una galleta? —Nadir me estiró su bolsa de galletas bites para que agarrara una.

—No, gracias.

—Son de nuez.

—No me gusta la nuez.

—Entonces son de vainilla.

Lo volteé a mirar y tenía una sonrisita inocente. Di un suspiro de pesar y tomé un pequeño puño de galletas en lo que él daba otro sorbo a su jugo.

— ¿Quieres jugo? —igual me ofreció pero negué.

—No, Nadir. Gracias.

—Llegamos —avisó antes de estacionar el coche frente al colegio de Nadir—, vamos.

— ¡Nos vemos en casa! —se despidió de mí antes de bajar con ayuda de su madre del coche. Los miré ir a la puerta, Kozlov se despidió de él y Nadir entró al lugar.

Ella regresó al coche y volvió a conducir.

— ¿Lista? —me preguntó pero yo estaba cruzada de brazos—. Sé que no es lo que quieres, pero si alguien te dice algo acerca de lo que pasó, puedes partirle la cara, ¿De acuerdo? Yo me encargaré del resto de ser necesario.

—Es que no entiendes, no quiero ver a Peter —reclamé por fin.

— ¿Peter?, ¿El chico arácnido, cierto? —guardé silencio y ella paró en un alto—, ¿Qué tiene?

El hombre araña (Peter Parker y tú)Where stories live. Discover now