El gran paso: Terapia

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||•|| _____ Stark ||•||

El miércoles por la mañana salí de la cama cuando sonó el alarma. Al final resultó ser que tuve otra mala noche. Si pude haber dormir más de tres horas fue demasiado. Aún me sentía agotada y ya las ojeras de tres días con insomnio se miraban a pesar de tratar de esconderlas. Yo misma sentía que mi apariencia gritaba de lejos estar agotada de respirar.

Fui a darme una ducha para intentar despertar mejor, el agua fría sobre mi cabeza aliviaba el dolor que tenía en la nuca y que se sentía como una eterna punzada que me estaba volviendo loca. Cuando me vestí, tomé la mochila y bajé las escaleras.

En la sala estaba Nadir mirando televisión aún en pijama mientras Kozlov seguía hablando por teléfono.

— ¿No irás a la escuela? —le pregunté a Nadir.

—No, tengo gripe —y fingió toser—, mamá dijo que me quede hoy a descansar.

—No creo que estés enfermo.

—No lo está —dijo Kozlov antes de volver a la sala con un plato lleno de waffles para Nadir—, pero nunca se enferma, déjalo que experimente qué es quedarse en casa al menos un día.

— ¿O sea que también puedo fingir que estoy enferma?

—Es muy diferente tu situación con la de este pequeño soldadito mañoso —respondió—, nosotras sí nos enfermamos, él jamás sabrá lo que es sentir los mocos en la nariz congestionada, la tos o las alucinaciones por fiebre y estar dopado de medicamentos, déjalo disfrutar.

— ¿Es en serio?

—Tres veces al año escolar lo dejo hacerlo —confesó mientras ella robaba uno de los waffles de Nadir—, tu desayuno está en la mesa. ¿Recuerdas que te dije que hablaría con mi contacto para ti? La primer sesión con la terapeuta es a las dos, saliendo de clases.

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al escucharla y ver que me entregaba una tarjeta. Me tensé un poco y no dije nada, tomé la tarjeta y me dirigí al comedor a tomar mi desayuno. Miré la tarjeta, tenía el nombre de una mujer: Selma Alabama, doctora en psicología. También tenía un número de teléfono y su dirección.

— ¿Estás segura de esto? —le pregunté.

—Claro. No te sientas obligada a ir si no estás preparada, nadie te está obligando a hacerlo si no te sientes lista para lo que conlleva.

—No es que no me sienta preparada, es que...

— ¿Te avergüenza? —dio en el clavo. Sólo sentí que me sonrojaba y ella se acercó para sentarse frente a mí—. Es normal, cuando tenemos que reconocer que necesitamos ayuda, pero está bien si no vas, nadie te apresurará.

—No, no —le respondí dando un suspiro hondo—, lo haré. Estoy lista.

Kozlov asintió, no me obligó a decir nada.

—Entonces sólo cierra los ojos, respira hondo y hazlo —la miré levantarse.

— ¿Puedo llevarme el coche hoy? No lo usarás, ¿cierto?

— ¿Harás algo ilegal?

—No que yo sepa.

—Nada de atropellar gente con mi bebé —me reclamó antes de volver a la sala.

Eso fue un sí, sonreí un poco, al acabar mi desayuno tomé el almuerzo oara la escuela y salí en dirección al garaje a tomar las llaves del coche para irme a la escuela.

||•|| Peter Parker ||•||

Estaba ya en la escuela con Ned. Mientras sacaba mis libros del casillero, él no dejaba de hablar respecto al viaje que haríamos en dos meses más.

El hombre araña (Peter Parker y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora