La cafetería: ¿Una cita?

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Peter Parker

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No había esperado tanto un día como hoy desde que había salido a una primera cita con S.J.

El tiempo se me hizo eterno y que jamás avanzó hasta que fueron las tres de la tarde. Me apresuré a arreglarme para ir a la cafetería en donde habíamos quedado de vernos _____ y yo. Me vestí con una camiseta blanca, un suéter rojo, pantalones de mezclilla negros, mis tenis y una chamarra extra por el frío en el exterior, tomé mi gorro junto a mis guantes y miré mi traje arrumbado en un rincón del departamento.

—No, hoy no —me dije a mí mismo, hoy sería una tarde para ella—. Esta vez hagamos las cosas bien. No Spider-Man, no interrupciones y no dejarla plantada, Peter, es una oportunidad de hacer las cosas bien desde un principio.

Al estar conforme con mi vestimenta, salí del departamento en dirección a la cafetería. Todo el camino estuve repasando escenarios imaginarios de mi encuentro con S.J., me aterraba no estar preparado para la situación que se me pudiera presentar cuando nos encontráramos nuevamente frente a frente.

Cuando llegué, miré por el enorme ventanal una de las mesas, ella estaba ahí. Traía los audífonos puestos, su cabello recogido en un cebollín, jeans negros, botas marrones, camiseta a rayas azules con naranja y un cárdigan de estambre grueso color naranja. Ella estaba atenta al libro que tenía en sus manos y yo estaba atento a ella. Ahí nuevamente confirmé lo que dicen cuando ves a tu alma gemela y el mundo entero se detiene, deja de existir otros estímulos secundarios que puedan alejar tu percepción de esa persona, como cuando ves al cielo y tu atención se fija en una estrella, el resto pierde importancia porque ya has visto a la única que te interesa y te mantienes eclipsado. Bueno, eso me hacía sentir S.J. cada que la tenía frente a mí, sin importar cuánto tiempo hubiera transcurrido, siempre sentía que era la primera vez hablando con ella.

No quise hacerla esperar más, fui a la entrada de la cafetería y me acerqué a la mesa, nada más tuvo importancia a mi alrededor que no fuera llegar a su lado, sin embargo cuando estuve frente a ella tuve que reprimir mis ganas de abrazarla y llenarla de besos para evitar que ella se sintiera incómoda. Por fin levantó su mirada y me vio a los ojos. Fue en ese momento en que algo dentro de mí dijo que todo estaría bien, que ya estaba seguro. La vi levantarse y acercarse a mí para abrazarme, ese pequeño gesto para mí fue reconfortante, porque no se sentía como el abrazo que te da un conocido para ser amable, sino como el abrazo de alguien por quien has esperado mucho tiempo para volver a tenerlo cerca. No dudé ni un segundo en corresponder su abrazo, pero por más que traté de reprimir mis deseos por no desbordar la intensidad de mi necesidad por ella acabé correspondiendo con su misma fuerza el abrazo recibido hasta oírla reír. 

¡Por Dios! Nadie en este mundo sabía lo mucho que alegraba a mi corazón escucharla emitir ese sonido de felicidad.

—Generalmente no me gusta el contacto físico —me contó en lo que se alejaba por fin de mí y quitaba su mochila para dejarme sentar a su lado—. Pero debo admitir que este ha sido uno de los abrazos más geniales que me han dado en los últimos dos años.

—Como si se tratara de alguien que hace mucho tiempo no has visto, ¿verdad?

—Sí —en ese momento me miró con confusión y una sonrisa algo ligera, frunció el ceño y solamente plantó sus pupilas en dirección a las mías—. ¿Te pasó lo mismo?

— ¿Ah? Sí, bueno, tampoco soy mucho de contacto físico. Has sido la excepción.

El mesero se acercó a nuestra mesa dispuesto a tomar nuestra orden, esperé a que S.J. hiciera su pedido y luego hice el mío. El chico no tardó casi nada en anotar lo que pediríamos y volvió a retirarse, esta vez hacia la barra para entregar la orden.

El hombre araña (Peter Parker y tú)Where stories live. Discover now