La pelea: ¿No confías en mí?

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||•|| _____ Stark ||•||

No hubo ninguna mención de lo ocurrido esa noche, Kozlov estaba más ensimismada en sus asuntos y por su actitud sabía que estaba metida en problemas. Nos mandó a la cama y ella fue a su taller luego de la pizza de cena que tuvimos.

Estaba en la cama a las once pero seguía dando vueltas de un lado a otro sin poder conciliar el sueño y cuando me di cuenta, ya habían pasado cinco horas. Eran las cuatro de la mañana y yo no había podido cerrar los ojos en todo ese rato. Terminé por levantarme de la cama e ir a tomar una ducha con agua tibia para al menos ahuyentar el poco sueño que ya me había dado al entrar al baño.

Cuando miré la hora en el celular ya eran las siete. Era increíble que las últimas tres horas las hubiera pasado metida en la bañera. Salí de mala gana en dirección a la habitación, busqué la ropa que me pondría y me vestí: mom jeans desgastados, vans y una camiseta de manga larga en color negro.

Tomé mi mochila y bajé, miré en el comedor a Kozlov hablando por teléfono y no se escuchaba muy feliz.

—Debes de parar estas llamadas de la nada, ¿Te parece que estoy a tu disposición? —me acerqué un poco más—. No me interesa tus necesidades, si no recuerdas yo también tengo una vida, no eres la única con problemas con el Estado y no serás la última, te lo aseguro —por fin se dio cuenta que estaba cerca y colgó sin despedirse—, ¿Y tú qué haces aquí? Te ves jodida.

—No he dormido nada —respondí antes de ir a tomar leche del refrigerador y servirme un vaso.

—Eso explica las ojeras —la miré continuar con preparar fruta picada para los desayunos de Nadir y mío—, ¿Cómo te fue ayer?

—Pudo ser peor.

—Me llamaron de la escuela, no entraste a las últimas tres clases. ¿Dónde te metiste?

No quise responderle, seguí bebiendo de mi vaso pero ella no se quedaría en paz hasta no escucharme decirle la verdad.

—Regresé a casa. Me causó ansiedad la gente.

—No puedes salirte de la nada de tus clases, _____.

— ¿Y qué harás?, ¿castigarme?

—Debería hacerlo, pero no tengo tiempo para eso.

— ¿No? Claro, tienes tiempo para hablar con personas que tienen problemas con el Estado.

—Pagan bien.

—Ni siquiera lo negaste.

—Mi trabajo no versa en mentir, niña. ¿A dónde fuiste ayer por la tarde?

—Me fui a un edificio —respondí por fin y la miré parar de preparar los emparedados—, subí al techo de ese maldito lugar y estuve dispuesta a tirarme de ahí. Y no pude, alguien no me dejó hacerlo, hoy probablemente lo intente de nuevo.

La escuché soltar un suspiro y sentarse frente a mí del otro lado de la mesa.

—Desear morir e intentarlo no soluciona los problemas.

— ¿No se supone que en este momento es cuando me regañas y me dices que soy estúpida por no valorar estar viva?

— ¿Y de qué servirá decirte eso? Escucha, no soy el tipo de persona que insulte a la gente porque cree que así reaccionarán y harán lo que espero. Además, por si no lo has notado, soy la menos indicada para reprenderte por algo tan humano como es tocar fondo.

Guardé silencio por unos segundos antes de terminar mi vaso e ir a lavarlo.

— ¿Esto termina, no?

El hombre araña (Peter Parker y tú)Where stories live. Discover now