La fama de S.J: La cena de caridad

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||•|| ______ Stark ||•||

Los siguientes dos meses transcurridos desde todo el lío del incendio y de mi identidad descubierta fue cada vez más caótico. Sin embargo no negaba que era agradable sentir que me apreciaban y me pedían selfies por dónde iba, los regalos y las atenciones especiales en los establecimientos que asistía. Poco a poco volví a mantener ese estatus de popularidad que había tenido prácticamente toda mi infancia e inicios de pubertad por ser hija de Tony Stark.

Mi vida se resumía en la escuela, ayudar cuando era inevitable y mantenerme la mayor parte de la noche drogada con el Citalopram. Había dejado de ir al psicólogo, ya no tenía tiempo para la terapia y desistí cuando me di cuenta que el hecho de oír como me halagaba la gente era suficiente para mantener mi ansiedad algo estable, al menos lo suficiente porque inflaban mi ego con cada cumplido que recibía.

Aproveché el hecho que mi imagen comenzaba a ser cada vez más aclamada para ayudar con los eventos de caridad para los refugios contra los desplazados y las aperturas de nuevos hospitales y asilos. Debía admitir que ser la figura publicitaria de Industrias Stark había tenido más puntos a favor que en contra para mí.

Esa mañana estaba preparándome para ir a la escuela.

— ¡Niños, a desayunar! —escuché a Kozlov gritarnos para oírla.

—Ya escucharon —y esa era la voz de Bucky en el pasillo—, va a hacerse tarde para la escuela.

Desde que Sam había sido nombrado el nuevo "Capitán América" las cosas parecieron ir un poco mejor entre mis tutores.

Terminé de vestirme con los jeans holgados rasgados, una camiseta de manga larga a rayas amarillas con blanco y una chaqueta de mezclilla junto a unas zapatillas converse blancas.

— ¡Ya voy! —avisé antes de salir de la habitación para bajar las escaleras.

— ¡Alto! —dijo Nadir gritando, me detuve cuando lo vi correr a las escaleras para ser el primero en bajar.

— ¡Ey! —reclamé entonces.

— ¡Yo pido el resto del jugo de manzana! —lo escuché.

—Eres un tramposo infeliz —murmuré antes de bajar tan pronto como pude—, ¡yo pedí el último vaso ayer!

Y cuando llegamos entre empujones al comedor, miramos a Bucky tomarse el último vaso con zumo de manzana.

— ¡Bucky/papá! —reclamamos al mismo tiempo.

—Se tardaron mucho —se defendió antes de terminarse el zumo y verme con el ceño fruncido—, ¿ya no tienes pantalones o qué?

— ¿Qué? —volteé a ver mis jeans—, ¿por qué?

—Kozlov, la niña ya no tiene pantalones. Está usando unos viejos.

—Pero si son nuevos —reclamé antes de ir a sentarme al lado de Nadir.

— ¿Nuevos? Pero si están rotos, ¿qué de nuevo tiene usar algo roto?

—Son las nuevas modas, ya déjala en paz —nuevamente Kozlov salió al rescate dejando nuestros platos con fruta frente a nosotros.

— ¿Modas? Parece que le quitan la ropa a los vagabundos y se la ponen ahora los jóvenes.

—Vaya —reí—, suenas como los abuelos del asilo que visité ayer.

Y me señaló en forma de amenaza a lo que volví a reírme.

—No veo la mentira —dijo Nadir comiéndose las uvas de su plato.

El hombre araña (Peter Parker y tú)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang