Capítulo 1.

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Porristas.

Madison.

Reparo mi reloj revisando cuánto falta para que por fin se acabe esta hora, ¿por qué matemáticas siempre es la materia más pesada?

Quedan dos minutos que se sienten como dos siglos. El reloj por fin marca las 16:00 horas dándonos la libertad de poder salir.

Tomo mi bolsa y Camila, mi mejor amiga, me espera en la puerta buscando algo en su celular. Ella estudia derecho y tenía la última hora libre.

—Maddie, ¿viste quienes se van a trasladar a esta universidad y entran mañana? —se queda boquiabierta admirando las fotos que tiene en la pantalla celular.

—No, estoy enfocada en las prácticas de porristas y casi no he visto redes sociales. Muéstrame —pido y quedo igual que mi mejor amiga con las fotos que me muestra—. ¿Esos no son Jacob Miller, Isabella y...? —no quiero mencionar el nombre del otro.

—Theo Maxwell. —Termina por mí.

—Sí, esos —seguimos caminando—. Los Maxwell solían ser socios de mi familia, pero algo que no recuerdo con lucidez ocurrió cuando yo estaba pequeña —le cuento—. Ahora hay una enemistad entre las familias.

—¡Están guapísimos! —chilla emocionada—. Escuche que están aquí porque tuvieron conflictos en su universidad, al parecer eran de los rebeldes guapos de la clase, y mira que debieron ser tremendos porque estaban en la más costosa de Manchester, seguro mataron a alguien —me hace reír con su ocurrencia.

—No creo que sean rebeldes guapos, es decir, la chica si es muy linda y Jacob tiene lo suyo, pero...

—¡¿Qué dices?! ¿Acaso viste los bíceps que tiene Jacob o los ojazos de Theo? Me mira con esos ojos y le digo; toma, te entrego mi vida —hace la mímica de lo que dice.

—Estás loca, Camila Longwell.

—Lo sé, las mejores personas lo están.

—Deja de robarte las frases del sombrerero loco. —La regaño mientras entramos al campo de fútbol, en dos semanas son las semifinales del campeonato y las porristas tenemos que practicar el doble.

—¡Hola! —saludo a las demás integrantes de mi grupo. Aunque llevemos dos años en el mismo equipo de baile y las conozco a todas hace mucho, no podría decir que son mis amigas puesto que no comparto mucho con ellas fuera de las cosas de porristas.

Por el momento, mi única amiga cercana es Camila.

—Hola, capi —me saluda Laila, la co-capitana del equipo—. Ya estamos listas, las esperamos afuera.

—Vale, saldremos en un momento —le informa Cami—. Siguiendo con lo nuestro, yo si le diera una oportunidad a Jacob, se ve buena onda.

—Camila —la miro entornando los ojos—. Nunca has hablado con él y apenas viste dos fotos —saco mi uniforme del casillero empezando a colocármelo.

—¿Qué hace? Quiero una aventura no casarme y tener hijos. Tú deberías hacer lo mismo, olvídate de las reglas de tu papá y de los problemas entre las familias que no tienen nada que ver con ustedes dos. —Se termina de quitar la camiseta.

—Sabes que estoy comprometida desde pequeña, antes de llegar a este mundo ya habían planeado mi vida y mi carrera universitaria.

—Ay, Maddie —dice en tono lastimero. Se acerca a mí—. Si yo fuese tú, agarro el primer tren y me largo de Londres.

—No puedo, si me voy quien cuidará esta cabecita loca —remuevo su cabello dedicándole una sonrisa.

—¡Ya! —me frena cuando se forma el primer nudo—. Vamos, hay que bailar y olvidarnos de todo este revoltijo de problemas.

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