Capítulo 8.

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Trato.

Madison.

"Lo siento, tuve que irme a casa de Camila. Creo que lo mejor será olvidar lo qué pasó aquí.

Seguir solo con nuestro trato de matrimonio falso y sin sexo es lo mejor, no debemos confundir las cosas.

Lo siento.

Madison Blake"

Reparo al hombre dormido en la cama, tal vez quiera romper el trato después de esta nota, pero yo no quiero confundir las cosas y que alguno se vaya a enamorar.

Eso sí sería una catástrofe.

Tomo los tacones del piso lista para salir. Estoy por abrir cuando el timbre suena, mierda. Me acerco a la mirilla de la puerta para ver quién es, es Tanya Maxwell. Vuelve a tocar el timbre y el pánico me invade, no quiero que Theo se despierte y lea la nota conmigo aquí.

Decido abrir la puerta.

—Oh, Madison. —Se sorprende con mi presencia.

—Señora Maxwell —entra al departamento pasando por mi lado.

—¿Cómo estás, querida? ¿Y mi hijo?

—Estoy bien, Theo está dormido arriba. —Le comunico quedando paralizada con el hombre que baja las escaleras con el papel en la mano.

—Theo... —susurro. Termina de bajar y va directo a darle un abrazo a su mamá ignorando mi presencia.

—Pensé que ya te habías ido —me dedica una mirada llena de frialdad empuñando la nota.

—Sí, ya me voy —me pongo los tacones que tenía en la mano. Reparo la piedra verde que brilla en mi dedo—. Nos vemos en la universidad.

Doy la espalda sin despedirme, tomo el ascensor y me voy en el primer taxi que encuentro.

Jodí todo, ¿cómo mierda se me ocurre casi tener sexo con él? Ahora no podré ni verlo a los ojos sin sentir vergüenza. Y para colmo me voy de su casa como si fuese no sé quién huyendo por la mañana.

—Señorita, llegamos —me informa el taxista, le doy el dinero y me bajo.

La mamá de Cami está en la cocina, subo a la habitación, pero no encuentro a mi amiga. Bajo con su mamá y me siento en el desayunador de la gran cocina.

—Hola, Liv —la saludo y me dedica una sonrisa sumando otro pancake a la torre—, ¿y Cami?

—Me dijo que se quedaría en casa de un tal Jacob, pensé que estaba contigo —me meto un trozo de pancake a la boca para no hablar y meter más la pata. Me quedo en silencio mirando la torre de pancake y reflexionando qué tal vez no debí irme.

—¿Tienes mucha hambre o estás reflexionando mientras ves los pancakes?

—Un poco de ambas.

—¿Problemas con tu prometido? —asiento ante su pregunta—. Cariño, no te perturbes por eso. Los problemas así van y vienen, solo déjalo pasar y ustedes mismos lo solucionarán a su manera. Con preocuparte no ganas nada.

—Casi tuvimos sexo y luego me fui de su casa dejándole una nota y sin despedirme. —Confieso suspirando, con ella Cami y yo tenemos este tipo de confianza.

—¿Tan malo fue?

—¡No! Fue fantástico y aceptó cuando le dije que aún no quería, pero me asusté cuando razone y analice la magnitud de esto. —Trato de contarle, evadiendo la parte de que todo el matrimonio es mentira.

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