Capítulo 17.

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Celebración.

Madison.

—Nos van a echar de la universidad por faltar tanto. —Cami se pone las manos en la cintura, cansada.

Estamos organizando toda la ropa que compre, bueno, que compro mi prometido, digo, Theo. Y la que tenía en la casa de mis padres, el closet de mi nuevo departamento es muy amplio. No es tan grande como él que tenía en Red Valley, pero es muy grande.

Llevamos toda la tarde acomodando todo, por suerte el departamento está amueblado.

—No nos van a echar, Cami. No creo que echen a la excelencia académica y a su mejor estudiante de derecho por faltar.

—Sabes que el martes es uno de los días más cargados, pero le pediré apuntes a alguien —se sienta en el pequeño sofá de mi habitación—, igual vale la pena, amo este departamento, a excepción de lo que me contaste.

—Hablando de contar, ¿desde cuándo eres novia de Jacob? —Me siento en la cama tomando las palomitas que puso en la mesa de noche.

Sonríe con la mención de mi supuesto cuñado.

Ya está, la perdimos.

—Desde el domingo, o sea, estábamos en plan de salir desde que fuimos a la discoteca —me roba un puñado de palomitas tirándose en el sofá como un saco de papas—, pero el domingo me pidió ser su novia y no lo dudé, acepté.

—No jodas, nunca pensé verte enamorada —me burlo—. Te ves tan... enamorada para ser tan poco cursi.

—Ya sé, pero Jacob es otra cosa. Es lindo, atento, gracioso y me presta atención —sigue comiendo palomitas, los ojitos le brillan—, a mí, a mis pensamientos y a mis gustos, no solo a mi cuerpo o a como me lo cojo. Además, se lleva fantástico con mis padres, es el primer competidor digno de crearle un debate a Adam Longwell.

Entonces ya ganó en la vida, ni siquiera Olive, la mamá de Cami, le pudo hacer un buen debate a Adam.

—Si es así, tiene mi aprobación —sonríe, los hoyuelos se marcan en sus mejillas—, pero si te llega a lastimar voy a cortarle las bolas y las lanzaré al Támesis, así no las encontrará nunca.

Se ríe a carcajadas frenando la risa de repente y mirándome con ojos de loca.

—Verdammte Schlampe, du hast mir nicht erzählt, was du am Sonntag mit Theo gemacht hast. Ich habe nur die Fotos gesehen, die beide von der Themse auf Instagram hochgeladen haben.

«Perra maldita, no me has contado que hiciste el domingo con Theo. Solo vi las fotos que ambos subieron a Instagram desde el Támesis».

Así nos hablamos cuando estamos molestas con la otra.

—Pues no paso mucho... —sonrío con picardía—. Solo llegue a su departamento mientras cenaba con su ex, la cual es nuestra vecina. Tuvimos la cena más incómoda del siglo, después tuvimos sexo ardiente, dormí con él y al siguiente día me llevo de compras a las tiendas más caras de Regent Street. Fuimos a comprar su ropa y modelamos para el otro, después me dio la cogida más ruda de mi vida en uno de los vestidores de Gucci, fuimos a comer, y por último vimos el atardecer desde el Támesis y nos tomamos muchas fotos comiendo algodón de azúcar y helado. Pero no paso casi nada.

Digo con sarcasmo y se le descuelga la mandíbula.

—¿Todo eso en un día y una noche? —Me mira perpleja y asiento confirmando—. ¡Diablos!

—Olvide mencionar el detalle de que me compro un vestido que vale más que un carro promedio y creo que está enamorado de mí. —Se levanta del sofá y se sienta en la cama conmigo sin cerrar la boca. Error. No se sienta. Se deja caer como un bulto.

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