Extra:Mellizos Maxwell.

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12 de julio del 2023.

Madison.

No puedo creer que me haya traicionado de esta manera.

¿Cómo fue capaz de hacerme esto?

Lloro observando el fondo blanco y vacío, lo perdoné una vez y no lo haré dos veces. Esto no lo puedo dejar pasar por alto.

—¡THEO MAXWELL LENNOX! —Grito, molesta, las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas empapando mi cara—. ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!

Salgo de la cocina y lo veo bajar las escaleras asustado, son las dos de la mañana.

—¿Qué fue lo que hice? —Intenta acercarse y retrocedo alejándome de su toque.

—¿Cómo pudiste comerte mi helado de chocolate? —Le lanzo el envase que solo tiene un maldito fondo blanco vacío—. ¡Quiero helado! ¡Tus hijos quieren helado!

Toco mi vientre admirando la panza de nueve meses, los mellizos crecen cada día más y casi nada me queda. Bajar escaleras es un martirio, mis pies están hinchados y todo me molesta.

—Nena, tienes un refrigerado con cuatro envases de helado completamente llenos —dice encaminándose a la cocina, toma uno de vainilla y trata de pasármelo.

—No quiero eso, quiero el de chocolate —las lágrimas siguen saliendo—. No puedo creer que fueras capaz de hacer algo así. ¡Te lo comiste y dejaste solo una cucharada!

—Mi amor, dijiste que podía tomar ese porque el chocolate te daba náuseas y que no tocara los otros —se pasa las manos por la cara, la alianza de casado brilla con la tenue luz de la cocina.

—Pero ahora quiero de chocolate —paso por su lado tomando las fresas, las echo en un envase, están completamente limpias y listas para comer, mi suegra me las deja así porque sabe que las amo.

Las echo al envase y tomo un queso fundido del refrigerador, se lo echo encima bañándolas de él, Theo me mira con cara de asco.

—¿Qué? —Pregunto molesta. Tomo mis fresas y me voy al sofá donde me quedo viendo a la nada mientras tomo la primera fresa.

Estoy comiendo mis fresas que atesoro como mi bien más preciado cuando se sienta frente a mí arruinando mi paz.

Las lágrimas empiezan a salir cuando recuerdo que se comió mi helado de chocolate.

—Nena, ¿seguirás llorando por eso? Si quieres, voy y te busco tres ahora mismo. Te compré una heladería, solo es ir a buscarlo.

—Yo no quiero otros, quería ese —me atiborro de fresas con queso fundido—, pero te perdono si me preparas atún con el helado de vainilla —me mira raro—. Y por favor me lo revuelves bien.

Suspira levantándose y me termino las fresas, me acuesto en el sofá como puedo estirando las piernas. Acaricio mi panza mientras él lo prepara. Pluto se acuesta a los pies del sofá, se ha vuelto un perro juguetón y grande.

Vuelve y me da el tarro de helado con atún, todo muy compactado y mezclado. Tomo la primera cucharada que me sabe a gloria.

—Dame un beso. —pido.

Me mira con duda.

—Mañana, mejor —dice, se sienta en el sofá y pone mis pies sobre su regazo—. Nena, vamos a dormir, son casi las tres y tengo que trabajar mañana —pide agotado.

Los mellizos empiezan a moverse como si estuviesen en un partido de fútbol.

—Ven. —Tomo su mano y la pongo en mi vientre.

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