Capítulo 28.

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¿Tregua?

Madison.

Tengo muchas preguntas, primero... ¿Dónde estoy? ¿Quién me trajo? ¿Cómo llegue hasta aquí? ¿Por qué siento mi estómago revuelto?

Me incorporo en la cama tratando de ubicarme.

Ay no.

Mátenme.

Ya está, quedaré en quiebra. ¿Cuántas reglas del contrato rompí en una noche? Estoy en la cama de Theo Maxwell, desnuda y solo con un albornoz. Él no me tocaría borracha, jamás lo haría. Debe haber otra explicación.

El mero pensamiento en las consecuencias de Ethan me revuelve el estómago, corro al baño y voto todo en el inodoro. Siento como si se me fuera a salir el hígado por la boca, ¿qué mierda bebí ayer? No recuerdo una puta mierda.

Sigo vomitando hasta quedarme sin nada en el estómago. Presiono haciendo que todo se vaya por el caño y me lavo la boca, hago el típico cepillado de pasta dental en el dedo.

Echo agua en mi cara y al abrir mis ojos veo a Theo tras de mí. No inmuta palabra, solo está de pie con un albornoz y tomando algo de una taza.

—No te preocupes, ya me voy. —trato de pasar por su lado y su agarre me frena.

—¿No recuerdas nada? —niego con la cabeza—. Madison, ayer me contaste del chantaje al que te estás sometiendo...

Maldita sea mi vida, ¿no puedo quedarme callada cuando estoy ebria?

—No existe tal chantaje, deben ser alucinaciones mías por el alcohol —me suelto de su agarre tratando de encontrar mi ropa—. ¿Dónde están mis cosas?

—Tu ropa está en la secadora, tuve que meterte bajo el agua helada con todo y ropa. Te tomaste un trago de las Vegas que te dejo sin un atisbo de conciencia —sigue tomando de su taza, muy calmado mientras yo estoy a punto de un colapso de nervios—. Tu carro se lo llevo Camila, dejaste el bolso con la llave allá y el celular está cargando en la sala.

Paso las manos por mi cara, Dios. Lo dejo solo en la habitación y bajo por el celular. Tengo más de veinte llamadas perdidas de Ethan. El celular vibra en mi mano y contesto.

—Eres una perra indecente, ¿qué hacías bailando en plena pista con las zorras de tus amigas? —reprocha aumentando mi jaqueca.

—Te dije que no las llames así, solo fui a una fiesta...

—¡Lo tienes netamente prohibido! Pero tú no entiendes a las buenas, hay que amansarte como a los animales, con golpes.

—No me amenaces, a mí no me vuelves a poner un dedo encima...

—¡Cállate maldita sea! —grita en mi oído—. ¡Ya estás en primera plana, fotos de ti brindando en esa fiesta! Eso arruina la imagen de los Fernsby, es una imagen pulcra y decente.

—Lástima que ustedes no tengan nada de decentes y pulcros. Tú eres un abusivo, Violador, manipular y golpeador. Tu padre un Corrupto, vendido y falsificador de documentos, y tu madre una mustia que se esconde bajo la decencia cuando todos sabemos que los cuernos de tu padre llegan hasta la china —me harta—. El que está quieto, se deja quieto, Ethan. No me provoques que yo también tengo cosas de ustedes y a partir de hoy los parámetros del contrato cambian —cuelgo.

Todos tenemos un límite, no entiendo como no se me ocurrió esto antes. Si él tiene cosas con que manipular, yo también.

Giro asustándome con la presencia de Theo, un grito ahogado sale de mi boca. Me olvidé que estaba en su departamento.

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