Capítulo 52.

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Nuestro II.

17 de Diciembre del 2022.

Madison.

El reflejo frente al espejo hace que mis ojos se cristalicen.

Luzco como una auténtica reina.

El vestido con un hermoso escote corazón bordado en diamantes y brillo se ajusta a mí como una segunda piel. La parte superior es un hermoso corpiño estilo corsé que incluso tiene los cordones atrás para ajustarlo. La falda de organza de seda es gigante y hermosa, se arrastra en el suelo y deberán acomodarla cuando vaya a entrar a la catedral.

Es un perfecto diseño estilo princesa que me hace lucir como reina. Sobre la organza de seda hay una fina tela con unos toques brillosos que me hacen lucir reluciente. La parte superior también tiene unos toques brillosos y el escote corazón está bordado con diamantes auténticos.

Debajo llevo una enagua que aumenta el pomposo volumen de mi vestido, no es exageradamente pomposo, pero si tiene un volumen digno de una princesa de cuento.

Un recatado y perfecto broche sostiene mi velo nada discreto, se arrastra hasta el piso con una cola hermosa. También es de seda y cubre mi rostro. Mi pelo está en ondas sueltas que fluyen en mi espalda cubriendo la parte trasera y mis hombros desnudos. Luce hermoso, sedoso y brillante.

Me observo en el gran espejo del hotel admirando lo hermosa que luzco. Instintivamente, poso una mano sobre mi vientre. La hermosa gema verde reluce sobre él.

Mi mejor amiga pasa la puerta luciendo un hermoso vestido rose gold al igual que Isabella y Sabina, ellas son mis damas de honor. Mamá es la última en entrar con un bello vestido rojo carmín.

Aparta el velo de mi rostro y me mira con admiración.

—Estás hermosa, pequeña —acaricia mi mejilla con sus nudillos, aumentando mis ganas de llorar.

El vacío de no tener a mi padre presente vuelve a surgir, con la terapia lo sé sobrellevar, pero en estos momentos quisiera tener un padre presente.

Por suerte tengo a Adam que es el mejor padre de cariño que pude tener.

—Mamá no me hagas llorar. —Digo, sonriendo.

—Lo siento, toma —me entrega la carta que escribí y le pedí guardar—. Theo te está esperando donde acordaron.

Salgo del hotel llamando la atención de todos los hospedados, reservamos habitaciones en un hotel cinco estrellas cerca de la catedral para poder cambiarnos ahí.

Mi prometido me espera unas cuadras antes en un lugar que planificamos dos días después de comprometernos. Es una pequeña idea que se le ocurrió y me encanto.

Nos leeremos una carta antes de casarnos donde confesemos todo sin sentir presión con los votos matrimoniales, solo por estar frente a todos.

La limusina se estaciona y entro al sitio yo sola, él no me verá y yo tampoco, ya que tendremos una pared en medio y lo mínimo será tomarnos de la mano.

Pego mi espalda a la pared y mi corazón empieza a latir con fuerza. Sé que está del otro lado, pero muero por verlo.

—¿Quieres empezar tú? —Pregunto.

—Si. —Se limita a decir. Escucho como desenvuelve el papel y carraspea antes de empezar.

«Soy la persona más afortunada de esta tierra por el hecho de tenerte.

No gastaré mis palabras en decirte, te amo porque eso no es suficiente. Es una palabra vacía y hueca ante la inmensidad de cosas que siento por ti.

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