Capítulo 31.

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Punto de no retorno.

Madison.

Mis muñecas arden bajo la fricción con la soga que me ata.

Tengo sed y hambre, no sé cuántas horas llevo encerrada aquí. A pesar de no ver a nadie cuando salí, en este lugar hay mucho eco y se escucha como si fuesen ruidos terroríficos.

Ethan se largó hace horas y al fin puedo dejar mis lágrimas salir, no me gusta esta situación y no me gusta estar aquí, la sangre que salía del roto de mi boca paro hace unos momentos, pero arde igual.

Mi cara también arde por los golpes que dio el hombre que me engendró porque ya no es más mi padre. El mínimo amor que sentía por él van en descenso con velocidad.

Como desearía tener un celular para llamar a Theo, me siento desprotegida y débil aquí. No tengo con qué defenderme y no me gusta.

La puerta se abre aumentando mis sollozos. Ethan pasa la puerta y camina a mi alrededor presumiendo la asquerosa erección que se esconde tras su pantalón.

—No puedo soltarte para cogerte, así que usaremos esa hermosa boquita que solo usas para decir sandeces. —Debe bromear, no puede hablar en serio.

Aprieta mi mentón obligándome a subir la cabeza, mi cara está bañada en lágrimas que aumentan ante sus palabras.

—Ethan, te lo suplico —susurro aumentando el ardor en mi rostro—. ¡Por favor!

Le ruego al ver que suelta la bragueta liberando su asquerosa erección.

—Tus súplicas solo me excitan más.

Mi barbilla tiembla y mi espiración se acelera presa de las lágrimas al sentir la punta de su pene deslizarse en mis labios.

Echo mi cabeza hacia atrás alejándome.

—¡Dios, por favor, detente! —Suplico haciéndolo sonreír—. Por favor, no me hagas esto.

Mi pecho se rompe con el llanto que me agobia, sujeta mi barbilla tan fuerte como puede obligándome a abrir la boca. Lo mete en mi boca generándome arcadas, lo mete y lo saca haciéndome sentir más sucia con cada movimiento.

—¡Por favor, basta! —Ignora mis pedidos haciéndome ahogar cuando lo mete completo en mi boca.

Lo muerdo haciendo que lo saque y que se queje de dolor, el vómito me invade y lo dejo salir. Se aparta preso de la ira y el asco.

—Maldita perra, no sirves ni para chuparla. —Suelta el golpe que resuena en mi cara haciendo sangrar mi nariz sacándome un grito.

Arregla su pantalón y suelta la soga que me ata, no me da tiempo a reaccionar. El golpe impacta en mis costillas arqueándome de dolor, caigo al piso y esto le produce risa.

Me golpea nuevamente privándome del aire, no me deja retomar el aliento y me toma del cabello arrastrándome fuera de la habitación.

—¡Basta! ¡Detente, por favor! —Suplico presa el dolor que abunda mi cuerpo y mi corazón.

Me mete a otra habitación completamente vacía, no hay ni siquiera un mueble y parece más una celda por las rejas que sirven de puerta.

Me suelta en el piso dando otra patada que me arquea al sentir el dolor en mis costillas nuevamente.

—La próxima espero estés más disponible, cariño. —Me obliga a besarlo y yo solo estoy sumergida en buscar el aire del que me privo con el golpe.

Me arrastro a una esquina de la habitación que ni siquiera cuenta con persianas, el vómito me invade otra vez, pero solo escupo la saliva. ¿Qué voy a vomitar si no tengo nada en el estómago?

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