Capítulo 45.

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Némesis.

Madison.

Tres días después.

Entro a la comisaría donde tienen a Michael y Ethan, a mi lado vienen Theo, Olive, Adam, mi madre y algunos oficiales que están encargados de la seguridad.

Ya informaron la fecha para el juicio, movimos algunas influencias para que sea lo más pronto posible y lo harán en cuatro días. No hace falta buscar pruebas, ya están, así que no hay excusa para no hacerlo.

—Quiero hablar un momento con mi padre. —Le pido al oficial en jefe. La mirada de mis abogados, mi madre y Theo recae en mí, todos con cara de sorpresa.

—Señorita, no creo que sea lo mejor, usted fue víctima de ellos y no sabemos cómo pueden reaccionar en su contra.

—Para eso están ustedes, si quieren hacerme algo solo entren y evítenlo. —De verdad quiero hablar con Michael, a pesar de todo es mi padre y me duele lo que me hizo.

Theo me toma de la mano apartándome de los demás.

—¿Estás segura de esto?

—Lo estoy.

—No me interpondré, es tu decisión y lo respeto, pero iré con los oficiales y esperaré en la puerta mientras hablas con ellos —trato de refutar—. Y no acepto un no por respuesta.

—Bien, pero vamos antes de que me arrepienta. —Seguimos a los oficiales a un tipo cuarto de interrogatorio, pensé que iríamos al área de visitas común, pero no.

Esperamos unos minutos y a través del cristal veo como entran a la habitación esposados. Los latidos de mi corazón aumentan y mis manos empiezan a helarse. No los había visto desde que los entregamos a la policía.

Es un ciclo que debo cerrar y por eso estoy aquí.

Ethan luce terrible, aún le quedan algunas marcas en la cara que lo hacen lucir peor, no solo esas, sino que tiene nuevas y se sienta raro en la silla, como si le costara por el dolor que siente en el cuerpo. Siento una leve paz al ver su dolor y no me siento culpable, es normal después de lo que me hizo.

Mi padre, por otro lado, está como jamás lo vi, la molestia es clara en su rostro. Tiene ropa sucia y la barba de su cara es mucho más larga, tiene golpes en el rostro que no le propinamos nosotros, imagino que entre él y Ethan se golpearon mutuamente.

—Ya puede pasar, están esposados, pero aún pueden atentar en su contra. —Insiste el oficial.

—Lo tengo claro, descuide, estoy entrando bajo mi propio riesgo.

Respiro hondo soltando la mano de Theo y entro a la habitación. La vista de ambos se centra en mí, la ira en la cara de mi padre se disipa mientras la de Ethan aumenta.

—Maddie —habla Michael sonriendo—, sabía que vendrías a verme, hija —se lo que hace, trata de hablarme así para que tenga compasión.

—Te agradecería que no te refieras a mi bajo ese seudónimo. —Me siento frente a ambos, solo nos separa la distancia de lado a lado de la mesa.

—¿Vienes en busca de más, zorra? —Habla Ethan, muevo mi cabeza enfocando mis ojos en él.

—Cállate, ahora estoy hablando con el dueño del circo —tensa la mandíbula—. Solo te haré una pregunta, ¿por qué, Michael? ¿Por qué hacerme vivir ese maldito infierno?

Guarda silencio, su temple de acero se mantiene, su cara es fría y neutral sin mostrar emoción.

—¿Eres tan poca cosa que debiste atentar en contra de tu propia hija? —Inquiero—. ¿Cuál era la necesidad?

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