11 - Hoyuelos

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Volvieron a caminar, uno al lado del otro, mientras estaban en un silencio que no sabían cómo rellenar. Jimin no esperaba que ocurriera algo entre ellos, Jungkook tampoco, pero si tenían la oportunidad de estar con el otro por más tiempo, riéndose y hablando, ambos la iban a tomar.

Jungkook miró en dirección a Chan, quien le levantaba los pulgares en completa aprobación. Sabía que, cuando saliera del departamento de Jimin, sin importar la hora que sea, él seguiría allí esperándolo.

En el ascensor, Jungkook se encargó de mirar las cámaras que tenía en el departamento, quería saber si alguno de sus hermanos había despertado, pero todo seguía igual a como él lo dejó. Por supuesto que no tenía cámaras en las habitaciones personales, eso sería invadir su privacidad de una manera descara, pero en los lugares conjuntos y los pasillos sí.

Cuando llegaron al piso de Jimin, este buscó en su bolsillo su tarjeta para ingresar, la apoyó sobre el lector y esta se desatrancó para que pudieran pasar.

Jimin ingresó detrás de Makki, y Jungkook, detrás de él. El rubio no tardó en quitarle el arnés a la perra, era lo que hacía apenas llegaban, se quitó los zapatos y dejó su chaqueta en el perchero, así que el más alto se encargó de imitarlo en todo.

Jimin encendió las luces, tenía muy presente que debía hacerlo y luego le pidió que esperara un momento. Vio cómo Makki se colocaba frente a él y levantaba la pata, entonces Jimin sacó de un estante pequeño que tenía al lado, unas toallitas húmedas.

Jungkook se moría por preguntar qué haría.

Jimin limpió las patitas de Makki con ayuda de las toallitas, luego las secó con un paño asegurándose que quedaran bien, para que no resbalara.

—Buena niña —felicitó Jimin acariciando su cabeza—. Listo.

Makki se alejó por fin, atravesando el pasillo y desapareciendo de la vista de Jungkook.

—Le limpio las patitas siempre que caminamos mucho —contó, porque suponía que Jungkook lo estaba mirando—. ¿Quieres un poco de café? —Preguntó cuando llegaron a la sala.

Jungkook miró a su alrededor, todo se veía muy normal; el sofá alargado en medio, lucía muy cómodo en realidad, la mesita de apoyo en frente, que era completamente de vidrio, el televisor más adelante contra la pared, un estante lleno de libros a su derecha y a Makki, acostada en una cama para perros.

—Oh... sí, café suena bien —dijo por fin—. ¿Quieres que te ayude?

—No, está bien, siéntate por favor, ya vengo —sonrió.

Desde donde estaba sentado, podía ver un poco a Jimin desplazándose por la cocina, poniendo a hervir el agua, buscando tazas de la repisa. Se veía tan natural caminando por la cocina, de vez en cuando palpaba ciertas cosas para identificarlas, pero en realidad eso pasaría desapercibido. Le preguntó cuánto de azúcar le gustaría y Jungkook respondió que con una era suficiente.

No tenía idea de porqué, pero Jimin se rio un poco por el estúpido recuerdo que tuvo de una conversación con sus amigos, en donde decían que, cuanto más amargo le gustaba el café, más rudo se era en el sexo. El rubio no tenía ni la más retoma idea de dónde había salido esa información, y si era verdadera, o si tenía una mínima de estadísticas para confirmarlo, tampoco tenía idea de porqué ese fue el primer pensamiento en invadir su mente cuando tuvo la respuesta de Jungkook.

Se acercó a él, con las dos tazas en las manos, se detuvo frente a Jungkook extendiendo una de las tazas hacia él.

—¿Tienes los pies estirados o recogidos? —Preguntó, sin moverse ni medio milímetro, en ese momento, Jungkook recogió sus pies y se sentó de forma recta en el sofá, ya que se encontraba recostado, en una posición demasiado cómoda—. Lo pregunto solo para no tropezar.

Look at me || KOOKMINWhere stories live. Discover now