TWO

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—¡FIESTA DE PISCINA!¡FIESTA DE PISCINA!— canturreó Andrea a mi lado moviendo las caderas de forma exagerada, de vez en cuando golpeándome de manera juguetona mientras que yo alzaba los brazos y me tambaleaba intentando imitar a uno de esos muñecos de bolsa rellenos de aire.

Álvaro se volteó en nuestra dirección, haciendo que ambas parasemos, lo miramos lo más rectas que pudimos, aguantando risitas hasta que el volvió la vista hacia adelante.

— ¡Fiesta de piscina! — Volvimos a bailar las dos, dando vueltecitas agarradas de las manos.

El mayor, quien nuevamente no había tenido más remedio que llevarnos a las dos al no podernos dejar solas en casa, resopló mientras seguía caminando por las calles de nuestro vecindario. Lucio, su amigo, estaba dando una "fiesta de piscina" con el fin de celebrar sus 18, nos había invitado a las dos sin importarle las quejas de Álvaro.
Decir que estábamos emocionadas era poco, después de semanas de escuela, una última fiesta de piscina antes que este clima de verano se terminase resultaba más que satisfactorio.

La casa de Lucio quedaba dentro de nuestro vecindario al igual que mi casa, vivíamos en una especie de barrio privado alejado del centro de Madrid, algo carero pero no me quejaba, era muy seguro en todo sentido y gracias a eso había conocido a mi mejor amiga.
En el camino me puse a pensar en los últimos dos años de mi vida, había llegado a Madrid con 11 años y pico, con mis padres en pleno proceso del divorcio a decir verdad me había sentido bastante olvidada, teniendo a toda mi familia en Argentina y con este choque cultural que no era tampoco tan drástico pero era existente, me había costado un poco acostumbrarme, gracias a dios había conocido a Andrea.
Se había acercado a mi con la peor de las caras de culo a decirme que estaba sentada en su silla pensando que yo era otra persona, cuando me volteé y se dió cuenta que no me conocía le cambió la expresión y me empezó a sacar charla, pronto descubrimos que teníamos muchas cosas en común y nos hicimos amigas, la confianza había estado desde el día uno.

Miré nuestros brazos entrelazados y ella me sonrió tiernamente mientras seguíamos caminando detrás de su hermano. — ¿Álvaro te dijo quienes iban a ir? — Le pregunté casi en un susurro.

— Los de siempre.— Alcé una ceja indicándole que siga hablando. — No creo que Mihail venga, si esa es tu pregunta, escuché a mi hermano decir que consiguió un trabajo de medio tiempo en un lugar de comida, según Álvaro solo trabaja ahí porque sirven Kebabs, según él lo vuelven loco.—

Me reí por lo bajo aún estando un poco triste de no volver a verlo, estas últimas semanas los únicos encuentros que había tenido con él habían sido accidentados, la última vez que lo ví me lo había chocado de lleno bajando por las escaleras, casi me tumba al suelo, se había asegurado de que yo me encontraba bien y tuve el arrebato de querer pedirle disculpas sin embargo se marchó antes de yo poder juntar el valor de decirle algo.

— Mejor que no venga, este bañador no me sienta bien.— Dije rodando los ojos solo solo para hacer la gracia.

— Si al final lo que dice mi hermano va a ser cierto.— Murmuró en voz baja, yo la codeé y levanté mi cabeza rápidamente como una forma de preguntarle de qué estaba hablando.— Al final si vas a ser una asalta tumbas.

REFLECTIONS | Misho AmoliWhere stories live. Discover now