FORTY-NINE

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ODIO LOS HOSPITALES

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ODIO LOS HOSPITALES. El olor que te impregna de ellos, las imágenes que te llenan la cabeza, el ruido constante y ma sensación tensa que me genera en el cuerpo. Era desagradable, por eso quizá lo evitaba constantemente.

Giré mi cabeza por el pasillo en busca de algún doctor que me pueda decir si mi novio estaba en condiciones de irse, una muchacha de no más de 23 años, de largo cabello pelirrojo se me cruzó a la vista.

— Alice.— Me levanté de mi asiento, ella me sonrió de boca cerrada y se me acercó a pasito cerrado.

— Hola bonita.— Me saludó con un beso.—

— ¿Cómo está?— Creo que fue mi tono de desesperada lo que hizo que se ría antes de responderme, colocó su mano en mi hombro.

— Está bien, su doctor le está explicando los pasos a tomar, va a requerir seguimiento por un tiempo pero no vimos nada fuera de lo normal.— Se me acercó un poco más.— Asegúrate que haga reposo, si se le sale el hombro más veces podría necesitar cirugía.—

Ahora que lo teníamos todo claro sabía que iba a estar bien, no me dejaron verlo sino hasta una hora después, cuando Alice me dejó entrar a la habitación, estaba sentado cabizbajo sobre la camilla, su brazo sostenido por un trocito de tela que evitaba que lo tenga colgando.
Me acerqué despacito a él, como si fuese un animalito rescatado, porque tenía el semblante de uno.

Desmoronado, no alzó la mirada para verme pero entrelazó sus dedos con los míos cuando le dí la mano, llevé una mano a su nuca y lo acerqué a mi pecho, estaba lloroso, él era la clase de persona que llora en silencio, era mi opuesto, lo que teníamos en común era el gusto por ser consolados.
Le dejé un besito en la cabeza mientras lo acariciaba, los hombros, el cuello, parte de los brazos, incluso la espalda. Un mimito al corazón.

No habló, ni conmigo ni con su hermana, tampoco con su sobrino, el cual nos esperaba en la sala de espera junto con demás conocidos. Se pasó la consulta en silencio antes de la fiesta, insistí en que no fuera y que descansase pero no quiso escuchar.

— Déjale.— Me agarró su sobrino por el brazo.— Ni yo ni tu sabemos que tiene en la cabeza.— Asentí, quizá le haría bien distraerse un poco.

— Estoy muerta.— Comencé, el me dió un abracito de costado.— ¿Lo acompañarías?— Le brillaron los ojos, ignoré el muy probable hecho que ese siempre haya sido su plan.

— Claro.— Dejé a mi sobrino en manos de mis amigas, las cuales también irían a la fiesta junto a Tina, una streamer amiga de ellas que había viajado desde Italia para la velada.—

El camino a la habitación de hotel se me hizo interminable, sentía un sueño que me tumbaba, se me cerraban solos los ojos y no sabía si era cansancio mental o cansancio físico, sentía como si todas las preocupaciones de este último mes las hubieran puesto en un boul de cerámica y ese boul me lo estrellaron en la cabeza.
Abrí la puerta con la tarjeta y luego de unos pasos más me tiré a la cama con las luces apagadas.

Me hice una bolita de costado hacía la ventana, mirando el poco paisaje de la noche que me regalaba. Me puse a pensar.

Ahora tendríamos que llevarle seguimiento al hombro de Mihail, además de las citas que ya tenía propias con el médico, a todo esto creía que la fecha de parto de Andrea se acercaba. Tenía dos eventos a fin de mes y una sesión de fotos en una semana justo dos días antes de irme de viaje a Italia con mamá y una semana antes del viaje que habíamos planeado con mi novio el cual no tenía destino aún.

El verano se me venía encima y tenía campaña con Tiffany y Calvin Klein, más me habrían contactado de diferentes marcas a las que aún no había respondido.
Quise girar sobre la cama en dirección opuesta a la ventana pero me vi en un trance incesante.

El silencio era demasiado fuerte como para concentrarme en otra cosa, la oscuridad de la noche me consumió, parecía como si estaba dormida pero estaba despierta, pensando.
Me sacó del trance el pitido de la puerta de la habitación, me giré y pestañé, traía los ojos medio secos, me dolió.

— ¿Ya volviste amor?— Mihail se sobresaltó al escucharme la voz, parecía tener mejor semblante.

— Son casi las cinco de la madrugada, que haces despierta.— Dejó las cosas que traía en la mano y se acercó para acostarse a mi lado. Aproveché para estirar el brazo hasta mi teléfono y miré la hora, 04:53am.

— Se me pasó rápido la hora.— Dije con simpleza como si no me hubiese pasado la noche comiéndome la cabeza con la cosas que tenía que hacer.

— ¿Estás bien?— No, la verdad es que no, no estoy bien, necesito levantarme y ponerme a hacer cosas porque se me va a salir el corazón del pecho.

— Si.— Pero vos estás peor así que elijo quedarme a tu lado porque después de todo al que se le salió algo es a vos.

Se estiró en toda la cama, asegurandose que su brazo quede bien acomodado, luego se hizo una bolita y hundió la cabeza en mi pecho una vez más. Él me devolvió el sueño que yo misma me había robado, le pasé el brazo al costado y me saqué los zapatos con los pies antes de quedarme así dormida con él.











NOTA DE LA AUTORA:

Yuuupiii.

oficialmente quedan 11 capítulos para terminar reflections.

REFLECTIONS | Misho AmoliWhere stories live. Discover now