FOUR

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ME ASOMÉ POR LA VENTANA DE MI CUARTO, mirando al patio como embobada, la casa estaba casi en total silencio a excepción del ruido que provenía de ahí.
Pasos, pasos más fuertes, respiraciones agitadas, risas, el rebotar de una pelota, sonido de cadenas, el murmullo de una charla entre amigos.

Incliné la cabeza hacia abajo de manera disimulada, apenas y asomando los ojos, allí estaba él, ¿Por qué mierda se veía atractivo todo sudado?
Era la segunda semana consecutiva que venía a jugar básquet con mi hermano, jamás había tanto movimiento en casa como cuando estaba él, parecía que la llenaba de vida. Mamá estaba más contenta, mi hermano no era un hijo de puta y yo...

Yo tenía un muy buen espectáculo que ver.

Para alguien que llevaba encerrada ya un mes sin salir a casa ajena esto era como ver una telenovela, si hasta mi cabeza fantasiosa le agregaba efectos de sonido, corazoncitos volando y flores de colores. Borré la sonrisa estúpida que traía en la cara para alejarme de esa ventana, este chabón me volvía estúpida.
Suspiré tirándome a la cama, los días eran aburridos sin Andrea, había tenido la iniciativa de pedirle permiso a Mamá para salir sin embargo ella insistió que no podía porque el tenía un hermano mayor, no conocía a su madre y muchas más excusas para no decirme que no se le daba la gana.

Al menos ya tenía mi teléfono de vuelta, necesitaba ahorrar para comprarme un parlante. Me acerqué a la ventana a paso ligero y asomé los ojos nuevamente, estaba muy concentrado como para darse cuenta de mi presencia y yo no tenía nada mejor que hacer.

Con muchísimo cuidado saqué el celular con la cámara prendida y apreté uno de los botoncitos para hacerle Zoom, se veía muy guapo con su conjunto deportivo, se le marcaban un poco los músculos del brazo.
Apreté con insistencia el botón del centro para sacar las fotos.

—¡Valentina! — Escuché la voz de mi mamá llamarme y casi se me cae el celular del susto, me metí para adentro cerrando la cortina y corrí a las escaleras.

— ¿Que, mami?— Pregunté en voz alta, esperando respuesta pero no la obtuve.— ¿Que pasa mamá?— Volví a gritar esta vez más fuerte, otra vez, no había respuesta.

Sabía que lo hacía a propósito, sabía que cuando bajara me iba a pedir que hiciera algo que ella no quería hacer. Me devolví a mi pieza y tiré el celular a la cama antes de bajar las escaleras.
La busqué en el salón pero la terminé por encontrar en la cocina, me sonrió cuando me vió.

— ¿Me llamaste mami?— Ella señaló dos vasos con jugo dónde bailaban hielitos.

— Alcanzale eso a tu hermano y al amigo, llevan como dos horas jugando, se van deshidratar.— Sin hacer mala cara, sólamente para que ella no me rete, agarré los dos vasos y caminé arrastrando los pies.

Arrastré la puerta de vidrio con el codo y me acerqué a los dos despacito, ellos se empujaban de formas raras, Mihail lo bloqueaba de espaldas mientras mi hermano le intentaba sacar la pelota, sin poder.
Me apoyé en la pared disfrutando el espectáculo de ver cómo a mi hermano le rompían el orto de manera no literal.
Mihail pareció acercarse a la canasta en dos pasos y justo cuando mi hermano se acercó para robarle la pelota paró de golpe, haciendo que Facundo pasase de largo. Volvió sobre sus pasos y con un movimiento raro de muñeca lanzó la pelota, entró.

REFLECTIONS | Misho AmoliWhere stories live. Discover now