FORTY-SEVEN

233 15 11
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.





ABRÍ LA PUERTA DE LA HABITACIÓN DE HOTEL PARA POSTERIORMENTE TIRAR MIS BOLSOS A CUALQUIER LADO. Si bien la velada iba a ser en Madrid necesitábamos un lugar donde dejar las cosas.

— ¿Y Álvaro?— Le pregunté a Mihail.

— Cuál de ambos.— Me había olvidado por completo que conocíamos a dos Álvaros, levanté las manos simulando una cámara.— Vete tú a saber.

Me tiré boca arriba a la cama, sonriendo, la cama era demasiado cómoda.— ¿A qué hora tenemos que estar allá?—

Lo ví mirar el celular un momento antes de dejarlo sobre un mueble.— Tenemos tiempo.—

— Tonce' vení acostate.— Golpeé al lado mío y terminó por acercarse y echarse a mi lado.— ¿Estás nervioso?—

Se formó un silencio cómodo, estaba calentito, miré sobre mis pies al ventanal, hacía un día espectacular hasta hacía cinco minutos, ahora se había nublado. Miré a mi lado su cara, la oscuridad de la habitación lo empalidecía y hacía ver cómo un fantasma, uno muy guapo lleno de tatuajes y facciones marcadas.
Alcé la mano y alcancé a tocarlo antes de que el la tomara entre las suyas y se las llevara al pecho.

— Para nada.— Pero su corazón no decía lo mismo, se agitaba mientras me miraba fijo con esos ojos tan bonitos que tiene.— Estoy calmado.—

— Estás taquicardico.—

— Es porque te estoy mirando.—

Quien diría que con veintisiete años me iba a poner roja por una boludez así, dejé de mirarlo a los ojos y el se rió levemente antes de tironear de mi mano para abrazarme aún acostados.

— ¿Me dejarás si no gano?— Preguntó en mi oido.

— Si.— Dije enganchandome a su brazo y usándolo de almohada, olía rico.

— Vas a estar en mi esquina, te he pedido una camiseta.— Yo asentí con la cabeza y comencé a acercarme más a él, metiéndole las manos debajo de la remera.— Tienes las manos heladas.—

— Cortame la remera vos.— Le pedí.— No me tengo fé.—

— Te lo expliqué como quince veces.— Dijo, sentía que estaba jugando con mi pelo, separaba mis bucles uno por uno y los hacía rulito para volver a apelmazarlos.

— Yo corto pelo no ropa.— Fue en ese momento que se pasó una mano por la cabeza.

— Hablando de pelo.—

— Ni se te ocurra, te queda muy lindo ese largo.— Lo señalé, separándome un poco, aprovechó para clavarme la nariz en el cuello.— Nos vamos a cagar durmiendo.— A mi me estaba dando sueñito.

— Nos van a levantar.— Y me abrazó más.






————————————————————



Me paré otra vez para sacarme una foto con una chica que no dejaba de gritar mi nombre en un claro acento argentino, Mihail siguió caminando mientras se reía de mí porque no podía caminar rápido con tacones, ya nos habían parado, nos habían llamado, entrevistado y todas las cosas que podrían pasar en un evento como este.
Todas nuestras familias habían venido a verlo, mi hermano y mamá ya estaban dentro en dónde íbamos a quedarnos, era una sala chiquitita.

Debíamos ir allí para yo poder cambiarme, una muy embarazada Andrea tenía mi cambio de par de zapatos así no moriría de estar parada tanto tiempo. Había invitado a las chicas también, Andrea ya las conocía por lo que esperarían las tres a mi llegada, ellas tenían las camisetas de Misho Amoli Boxing Club y otras personalizadas ya listas.
El lugar estaba bastante lleno, más de lo que esperaba la verdad, había mucha gente que parecía reconocer a Mihail, así como había muchas que parecieron reconocerme a mi a su lado, aún y cuando iba bastante escondida las fotos de la gente junto a mi comenzaron a rondar fácilmente en el internet y Nacho no tuvo mejor idea que resubirlas a mi Instagram personal.

Corrí adentro del lugar lo más rápido que pude cuando ví a Andrea y mis chicas agitando una camiseta, un short de jean y mis tan ansiadas zapatillas.
Me saqué los tacones apenas pude y los dejé a un costado, estaba acostumbrada a usar zapatos así pero estos eran particularmente nuevos por lo que me estaban lastimando la parte de atrás del talón y el dedo chiquito del pie.

Tomé la ropa de sus manos y me cambié en una esquina, una vez estuve lista salí, estaba vestida normal, como todos los que íbamos a apoyar a mi novio, pero estaba maquillada y peinada como si fuese a una fiesta, al menos no destacaba demasiado.
Si no destacar significaba tener a un mínimo de setenta personas detrás mío pidiéndome una foto.

¿En qué momento me había hecho conocida?

A veces me sorprendía a mi misma.

Entre mucho quilombo nos preparamos todos en el vestuario para la pelea de mi novio, poco tiempo después tuve que dejarlo para que lo cambien y se prepare, sus entrenadores estaban junto a él y su equipo por lo que, aunque me costó, lo dejé ir sabiendo que estaba en buenas manos...













NOTA DE LA AUTORA:

Hoy llovió, soy feliz.

Navajas quiero ser tu blancanieves, pero si Ari ve esto no, porque soy papá casada.

REFLECTIONS | Misho AmoliWhere stories live. Discover now