THIRTY-THREE

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RECORRÍ LOS PASILLOS DE LA SECCIÓN DE VERDULERÍA EN EL SUPERMERCADO, detrás de mi escuchaba a mi novio arrastrar el carrito de la compra, también un poco los pies.
Estaba aburrido, era como un niño pequeño, cada cinco minutos intentaba colar alguna cosa que él quería llevar en el carro como si yo fuera su madre para decirle que no.

Tomé un tomate de las canastitas y la limpié antes de palparla, estaban aguados, arrugué la frente.- Deberíamos haber ido al mercadito cerca de la quinta.-

- Pero si son tomates amor, no es para tanto.- Lo miré mal.- Vale, vale, me callo.-

Agarré una bolsita y me serví unos quince tomates perita, la pesé y le pegué el sticker con el precio que me daba la máquina. Después agarré una planta de lechuga que se la pasé a Mihail para que la pese, la miró unos segundos en sus manos.
Empecé a buscar con la mirada los morrones.

- ¿Le caigo bien a tu madre?- Me habló de la nada, estaba parado a mi lado, mirarlo estando yo de cuclillas me daban unos flashbacks extraños.

Apoyé la mano en su rodilla para no caerme y la acaricié con el pulgar, volviendo la mirada al frente.- ¿Por qué habrías de caerle mal?-

- Me da la sensación de que está rara conmigo.- Desarrolló.

- Puede ser...- Agarré dos morroncitos y tres cebollas y se las pasé, él las fue a pesar.- Tenés que entender que debe ser raro para los demás vernos juntos.- Me terminé por levantar y seguirlo para poner las cosas en el carrito.- Hasta Andrea se ve un poco incómoda cuando nos damos besos y todo eso.- Terminé de guardar todo y lo esperé para ir a pagar.

Se acercó a mí y rodeó mis hombros con el brazo, me giró para que lo mire.- Van a tener que irse acostumbrándo.- Dijo acariciándome la mejilla, se inclinó y me dejó un beso en los labios.- No planeo dejarte ir.-

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Terminé de cortar los morrones y los tiré en el boul donde Andrea y yo preparabamos la ensalada, nuestras madres charlaban animádamente frente a ambas.

- Y yo le dije que comenzara a cuidarse, no quiero nietos tan joven.- Se rió Gloria, la madre de Andrea, revolviéndole el cabello.

- No es a mi a quien deberían hablar de no tener bebés.- Mencionó ella.- Yo no soy la que tiene novio, ¿Por qué a Valentina no le decís nada?-

- Que gila que sos.- Le pegué en el brazo.- Yo no tengo esos problemas.-

- Calla que no quiero imaginar los bebés gigantes que tendrías que cargar.- Me tomó de los hombros y me miró como si estuviera por morir.- Tan delgadita.-

REFLECTIONS | Misho AmoliWhere stories live. Discover now