TEN

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LA MAÑANA PREVIA A NUESTRA PARTIDA FUE DE MÁS SILENCIOSA, me había levantado rodeada por los brazos de Mihail en un brazo que nunca había cesado, incómoda y con dolor de espalda lo hice levantarse para irnos a acostar a nuestras respectivas camas antes de que alguien nos viera.

Grata fue nuestra sorpresa al darnos cuenta que colchón solo nos quedaba uno, me encongí de hombros y empujé el que sobraba junto al de Andrea, quedando yo de su lado así tendría una excusa en caso de que quisieran insinuar que había dormido en la misma cama que él, no tenía nada de malo pero se vería raro.
Recosté mi cabeza justo al lado de su pecho y cerré los ojos somnolienta, el me dejó un besito en la frente antes de yo caer rendida.

Me despertaron dos horas más tarde, eran las diez y media de la mañana, nuestro vuelo salía a las doce, desayunamos en un silencio cómodo, familiar.
Mamá había comprado facturas y preparamos café con leche en un hervidor grande, no queríamos ensuciar mucho porque era probable que esta casa no esté en uso por años, el solo hecho de pensarlo me daba escalofríos.

Disfrute a pleno lo que serían los últimos momentos junto a los que se habían hecho, de forma inesperada, mis seres queridos, hasta que me tocó subir a mi cuarto a buscar las maletas, el camión de la mudanza había partido ayer por la noche. con la promesa que llegar antes que nosotros, yo no entendía mucho eso.

Andrea subió las escaleras detrás mío con cara de velorio, me estaba duelando mientras yo permanecía frente a ella.
Le empujé el hombro levemente.— Cambia la cara que todavía no me morí.— Me reí de ella, me miró con sus ojos azules al borde del llanto.— No llorés pajera que me vas a hacer llorar a mí.—

La tomé de los hombros y la abracé mientras ella me lloraba en silencio.— Es que acabo de caer que te vas.— Reí en silencio.

— Un poco tarde caíste.— Le dí un par de besitos en el cachete antes de separarme de ese medio abrazo.— Dale boluda que me tenés que ayudar a bajar mis valijas, no puedo yo sola.—

Ella se limpió las lágrimas y sorbiendo mocos me sonrió antes de ayudarme a bajar las cosas, el clima abajo era más animado de lo que habría esperado, hasta mamá parecía reír cosa que me sorprendió luego de lo tensa que estuvo en la semana.
El clima estaba nublado como si supiera que tampoco había mucho de lo que celebrar.

Encontramos consuelo en las cosas pequeñas, en el tiempo pasado y en la idea en que en un futuro volveríamos a tener días interminables de verano, fiestas de piscina y conciertos de los Guns.
No tardamos mucho en subir al auto, si tardamos algo en llegar, Andrea se había pegado a mi como garrapata y no me dejaba de abrazar, debajo de un par de abrigos un dedo cariñoso me acariciaba el dorso de la mano con discreción.

Para cuando entramos al aeropuerto no faltaban ni veinte minutos para irnos, tuvimos que correr al abordaje como si el avión nos fuera a dejar, por un segundo desee que así pasase para poder disfrutar más tiempo con mi gente, la suerte no estuvo de mi lado cuando vi la colita que se formaba para abordar, ya había comenzado a entrar gente, no quedaba mucho tiempo, me volteé a atrás y dejé que Mamá y mi hermano saludaran de a poco a nuestros conocidos, después de todo no eran las únicas personas que habían venido a despedirnos, si eran las únicas mías.

REFLECTIONS | Misho AmoliWhere stories live. Discover now