FORTY-ONE

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AVANCÉ POR LOS DIVERSOS PASILLOS DE LA TIENDA EN EL CENTRO COMERCIAL

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AVANCÉ POR LOS DIVERSOS PASILLOS DE LA TIENDA EN EL CENTRO COMERCIAL.
Con Andrea habíamos decidido irnos de compras hoy con la excusa de levantarle el ánimo, últimamente no se encontraba del todo bien, sabía que no quería hablar del tema pero tenía la sospecha que le había dado la noticia al padre del bebé.

Sabía desde un principio que algo así podía pasar, lo habíamos hablado, de antemano había querido que tuvieramos esa charla porque sabía lo difícil que podía ser críar a un hijo sola, pero ese era el tema es que ella no estaba sola y jamás lo estaría.

Tenía más de un tío y una madrina presentes, abuelos y los que no son abuelos, porque nuestros padres estaban al tanto de la noticia y ya habían aparecido para ofrecerle apoyo y felicitarla. Nada iba a salir mal con este bebé que era más esperado que cualquier cosa

Intentaba no mencionar nada acerca de eso en las semanas pero había sido Mihail quien sacó el tema a flote, no lo había hecho a malas pero había resultado en que las cosas estén tensas entre ellos y por ende entre nosotros como pareja. Se había enojado conmigo por decirle que no volviera a mencionar el tema, él también estaba constantemente a la defensiva, la velada lo tenía estresado y mis intentos por calmarlo no ayudaban en nada.

Ahora tenía que tratar con un novio ofuscado y una mejor amiga embarazada y bajoneada. Me giré a ver uno de los bodies color verde bebé, toda la ropa de recién nacido era adorable, por un segundo me permití anhelar la idea de estar comprando estas cosas para mí. A decir verdad yo no estaba muy bien anímicamente tampoco, entre el bebé, las nuevas ganas de formar una familia y Mihail preparado para pegarse en vivo tenía la cabeza hecha un lío. No pensaba en otra cosa y eso me estaba matando.

Volví a colgar la percha y seguí avanzando detrás de Andrea quien miraba fijamente una camiseta diminuta en una perchita, giré mi vista a los chupetes y a mi mente volvió una imagen de un sueño que había tenido hace relativamente poco.

Una bebé de grandes ojos celestes sentada en el pasto, me miraba fijamente mientas el viento le movía unos rizos de resorte de intenso color chocolate. Tenía los cachetes inflados por el chupete color amarillo que movía generando ruidito.

Era una imagen adorable, no quería permitirme recordarla. En el fondo sabía que era mejor esperar, tenía solo veintisiete años y estaba en el tope de mi carrera, un embarazo podría destruirlo todo, necesitaba asegurarme de que todo iba a salir bien.
Sacudí la cabeza como si eso me despejara de ideas y seguí mi camino, Andrea quedó atrás, fue ahí cuando me fijé bien qué estaba mirando tan seriamente, nada más y nada menos que una camiseta de "El mejor papá del mundo".

Rodeé los ojos y la tomé para seguir avanzando, moqueó detrás de mi.

— Mi hijo no va a tener padre.—

— Tiene una madre que es lo que importa.— Le recordé.

— Pero yo quería que tuviera un padre.— Lloriqueó. Me di la vuelta para verla a la cara, le quité el pelo de encima.

— Vos tuviste papá, ¿Te fue bien?— Ella negó con la cabeza.— Mejor papá ausente que padre malo presente, ahora deja de llorar, vos nunca lloras.—

— Son las hormonas.— Dijo abrazándome de costado, la rodeé con los brazos para poder caminar más cómoda.— No eres muy buena para consolar.—

— Pero dejaste de llorar.— Le dije, ella volvió a perderse en ropita de bebé.— Vamos a cuidar a ese nene entre todos, vas a ver que no le va a faltar nada, tal y como a nosotros no nos faltó nada.—

— Te amo, sabes.— Me recordó mientras me miraba con esos ojos tan suyos.

— Lo sé.— Dije acariciándole los hombros.

Ese día volví a casa con una sensación rara en la boca del estómago, abrí la puerta de casa sabiendo quién estaba dentro y la cerré a mis espaldas buscándolo.

— ¿Mihail?— Elevé el tono mientras subía por las escaleras.

— Ahora no, Vale.— Me hizo un ademán.— No quiero seguir peleando.— Lo sorprendí por la espalda con un abrazo, uno de esos que hace tanto tiempo no le daba, le rodeé el torso con los brazos y el se quedó quieto sabiendo que algo estaba mal.

Porque lo podía sentir en la garganta y en el pecho, esa sensación de mal presentimiento. Se intentó dar la media vuelta mientras yo me largaba a llorar sin razón aparente, estaba sobrecargada.

Se sentó en la cama para poder abrazarme sentada en su regazo, probablemente lloré hasta quedarme dormida, con la seguridad que no iba a molestarlo, a él no. No era la primera vez que me sobre estimulaba de esa forma, últimamente me pasaba más seguido, se me acumulaban las preocupaciones al punto de que cuando me quería dar cuenta estaba llorando sin poder hablar, era mejor así que cuando lo manifestaba con ira.

Al menos ahora no hería a nadie de ninguna forma.

Una parte de mi quiso quedarse así mucho más tiempo del que se me era permitido, no pegué ojo en toda la noche pero permanecí recostada a su lado sintiendo su respiración en mi cuello esas nueve largas horas, solo cuando se levantó de la cama pude salir del trance y cerrar los ojos para dormir, el mundo podía esperar, pero yo necesitaba un descanso.








NOTA DE LA AUTORA:

ese grandote es una chulería 🥺

REFLECTIONS | Misho AmoliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora