EIGHTEEN

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GIRÉ EL VOLANTE A MI DERECHA MIENTRAS DOBLABA POR UNA DE LAS CALLES DE MADRID, no quería siquiera mirar a mi lado, sabía que no lo había hecho a propósito, se había sentado de copiloto porque al ser tan grande no era cómodo ir atrás

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GIRÉ EL VOLANTE A MI DERECHA MIENTRAS DOBLABA POR UNA DE LAS CALLES DE MADRID, no quería siquiera mirar a mi lado, sabía que no lo había hecho a propósito, se había sentado de copiloto porque al ser tan grande no era cómodo ir atrás.
Lo entendía, no iba a quejarme pero lo que si me molestaba era lo insistente en su mirada, como si le debiera una charla, una sonrisa, una mirada.

Me estaba poniendo de los nervios, entre el sol que no me dejaba ver y su mirada clavada en mi boca.
Avancé ante el semáforo en verde y doblé a mi izquierda a la entrada del Walmart, me estacioné en el primer hueco que ví y bajé azotando la puerta, él me siguió de cerca, cuando bajó le puse alarma.

Nuevamente nos habían mandado solos a hacer alguna actividad como si eso nos fuera a reconciliar mágicamente, parecía ser que mis constantes avisos de que eso solo iba a empeorar nuestras diferencias les entraban por un oído y les salía por otro.
Avancé por los pasillos gigantes, por lo que escuchaba detrás de mí, Mihail me seguía de cerca con un carrito de la compra.
Los chicos, Andrea y la novia de Lucio se habían quedado en mi casa ordenando, era nuestro trabajo hacer la compra e iba a aprovechar para traerme un par de cosas.

Me paseé por el lugar como perro por su casa, de vez en cuando lo escuchaba toser falsamente, quería que me volteara, no lo iba a hacer, menos cuando se veía tan bien con aquella camiseta roja pegada que según él se había traído de Serbia, no estaba segura que responder a eso.
Había descubierto de mala manera que efectivamente el señorito era conocido, hacía contenido en redes sociales, la primera vez que lo escuché pensé que era actor de páginas para adultos.

Tuve el placer de dar vuelta su Instagram de arriba a abajo, le había stalkeado hasta la última foto del 2018 dónde comenzaba a verse más como yo lo solía conocer, parece que luego de yo dejarlo de ver se había comenzado a hacer más y más tatuajes.
¿Me había preocupado? Sí, pero no iba a decir nada al respecto, luego de caerme siempre con la misma piedra había aprendido de mala manera que era mejor ayudar cuando la gente quiere mi ayuda y no cuando yo lo necesite.

Cada uno maneja sus problemas de la forma que sabe, mientras no se hiciera daño físico de malas formas me conformaba, lo miré de reojo, jugaba con el cordón de una lámpara de pie, sonreí para mí, era un bebé grandote y un poco boludo.
Pasé la mano por uno de los silloncitos redondos de terciopelo, se sentía como tocar una nube, podría dormir cómodamente allí.

— Ese color es asqueroso.— Me habló por detrás, tuve el impulso de dejar caer mi cabeza en su pecho para poder mirarlo.
Era una tortura para mí no poder tocarlo cuando mi lenguaje de amor era el contacto físico, los abrazos, las caricias, las palabras de afirmación, lo extrañaba más de lo que me permitía admitir.

— Como el color de tus pantalones.— La verdad que hoy no había tenido una buena elección de outfit, sus pantalones color marrón verdoso no combinaban en nada con la camiseta roja vibrante.

— Dijo la chica Tumblr del 2016.— Le pegué en el pecho con el puño cerrado sin mirarlo, intentando hacerle daño me terminé haciendo mal a mí, me sobé la muñeca de forma disimulada mientras seguía caminando.— No vas a hablarme, ¿Verdad?— Suspiré mientras me distraía con la textura de una silla trenzada, su tono era pasivo agresivo, exigía una charla sin dejar de verse como si yo tuviera opción de no tenerla.

— Insistís en que sea yo la que te hable cuando el que quiere hablar sos vos...— Lo miré a los ojos esta vez, siempre me habían gustado mucho, podría mirarlos todo el día.— No tengo nada para decirte.—

"¿Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo?" Me hubiera cagado a palo mentalmente si pudiera.

— Ya me he disculpado centenares de veces.— Como si eso fuera a resolver algo, como si arreglara el tiempo.

— Y realmente no tenés por qué.— Seguí de largo, esquivando su brazo que se había alzado a acariciarme la mejilla, no podía permitirme que me tocara una vez más, yo no era muy buena luchando contra mis propios deseos.— No éramos nada, Mihail, pero no podés pedirme que te diga que no me dolió.— Continué.— Que no me duele.—

— Estaba borracho...— Eso lo hacía aún peor.

Podía recordarlo vividamente, aquella chica sobre su cuerpo prácticamente desnudo, le sostenía la cara con ambas manos, él me miró con los mismos ojos con los que me miraba ahora.

— Y eso me da aún más rabia, debiste dejarme que la mate.— Aún y cuando no quería matarla precisamente por aprovecharse de él.

Fue la primera vez que me fui a las manos con alguien, me había sacado, Mihail no podía ni mantenerse en pie, luego me confesó que no era la primera vez que tenía algo con aquella chica.
No sabía realmente cuánto me dolió que aún así él la pusiera por sobre mí.

"— Soy tu novia...— Murmuré, las lágrimas me caían a borbotones frente a él, quien sentando con solo sus pantalones puestos se resfregaba la cara con ambas manos. Rió de forma amarga.

Me acerqué a él e intenté tocarlo, necesitaba sentir su piel, necesitaba formar esa conexión gracias al contacto físico. La poca dignidad que me quedaba había desaparecido gracias a esa borrachera emocional que me hacía sentir alcoholizada.

— Ambos sabemos que no iba a funcionar.—  Escondía la cara entre sus manos, en su momento no me di cuenta, ahora de grande lo sabía, él estaba llorando.

La puerta de la habitación se abrió, dejando ver a mi hermano, me miró a mi, mi falta de ropa, lo miró a él y a su torso desnudo, la conección mental fue rápida, se acercó a nosotros furioso y pude ver en cámara lenta como su puño se estrellaba contra la mandíbula del que había sido mi primer amor.

Miré la escena atentamente mientras recogía mi vestido del piso y cubría mi desnudez casi con miedo. En otro momento me hubiera interpuesto, probablemente hubiera gritado y pataleado para que dejara de pegarle, ahora solo quería que continuara.

Tomé mis zapatos, mi corazón roto y la poca dignidad que me quedaba y bajé las escaleras descalza en dirección al auto.
Nadie dijo nada, la música estaba alta, sabía que me habían visto, con el pelo hecho un asco y la ropa mal acomodada, crucé por la puerta de la entrada y me subí al auto de mi hermano.

Me hice una bolita y lloré en silencio en el asiento del copiloto, no me habló por semanas, incluso cuando volvimos a Argentina luego de ese viajecito exprés el seguía sin dirigirme la palabra."

— No voy a discutir esto otra vez contigo, ya lo hemos hecho.— Su voz suave era como una caricia al alma, su mano se deslizó por mi espalda, la arqueé levemente intentando que no me tocara mas no me moví.— Necesito que me perdones.—

— Ya lo he hecho, hace años.— Dije en voz baja.— A quien no me perdono es a mi por querer quedarme aún luego de eso.—

— No es fácil, tampoco fue fácil para mí amarte cuando la había cagado tanto.— Reí levemente.—

— No me amabas Mihail, no engañas a alguien que amas.— Si es que podía considerarse engaño, nuestra relación era rara en ese entonces, era su novia pero no lo era a la vez.— Me querías, quizás, pero no me amabas.—

— Necesito que hablemos, pero que hablemos bien.— Pidió, casi suplicó, su voz era tenue.

—Lo prometo.— Y esta vez si hablaba en serio.





NOTA DE LA AUTORA:

Las cosas son más complicadas de lo que parece de verdad, no vamos a linchar a nadie.

Actualización tardía porque debería estar en la escuela pero me voy en colectivo y aún no llega.

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REFLECTIONS | Misho AmoliWhere stories live. Discover now