Capitulo XXIII

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Ya me había pasado de copas, aunque dije que no lo haría. Quería olvidar las palabras de Adrien cuando dijo que yo solo soy el refugio de Justin.

Me sentía algo mareado pero no impedía que bailara hasta que mis pies se cansaran. Voy por algo líquido sin alcohol por precaución. Mis intenciones no son terminar como la otra vez.

Alguien me sorprende pegando su cuerpo a mi trasero y su cabeza a mi cuello. Respira un rato en él, estoy algo así como en el sexto sentido y me dejo tocar las pocas curvas que tengo.

—Mis oportunidades de decirte lo hermosa que te ves esta noche han sido escasas. Es mi fiesta, debo encargarme de los invitados —susurra en mi oído.

—Mhm... Justin, nos están viendo —no podíamos arriesgarnos en un lugar tan público—. Justin, basta, hay demasiada gente aquí.

Y volvió el chico defensivo, su mandíbula se apretó al instante que se separó de forma brusca. Evitó mi miraba por varios segundo.

—Tengo que ver algo, ni se te ocurra moverte de aquí —su voz, nuevamente frío como solía utilizar las veces que le decía sobre que dejara de jugar conmigo durante el primer mes que compartimos.

Esperé sin saber qué hacer. Realmente me siento agitada por todo, me mareo por segundos y vuelvo a ver todo con normalidad, pero ¿qué importa eso ahora? Aquí nadie podrá saber lo que hacemos aparte de los presentes, que supongo que son de confianza. Por algo estaban invitados.

—Ven —me lleva de la mano.

Reconozco sus dedos largos, la suavidad de la palma. Solo me bastó mirar su brazo para confirmar que era la persona que esperaba.

Se fijaba por todos lados de que nadie nos estuviera viendo, percatándose de que nadie podrá ser testigo de algo prácticamente ilegal como romper un contrato.

Fija su mirada en mí un par de veces, su proximidad es muy poca y creo que lo único que quiere en este momento es poder devorar mis labios como yo quiero devorar los suyos.

Entramos a su habitación. Las tonalidades eran claras aunque eso es lo que menos me importa en este momento.

Justin me jala acercándome a su cuerpo, me besa de forma feroz. Nuestras respiraciones se agitan rápido por la necesidad de tenernos el uno al otro. La temperatura sube a medida que los toqueteos aumentan. Toma mi cintura y la aprieta, no me suelta ni por un segundo. Nos separamos de vez en cuando, cuando necesitamos un poco de aire para seguir con nuestro trabajo. Estoy casi nada consciente de lo que estoy haciendo, solo sé lo decidida que estoy respecto a esto. El alcohol me da la energía y la personalidad de seguir adelante.

Sus manos se cuelan debajo de mi vestido sin llegar hasta mi trasero. Mis manos están debajo de su camisa buscando una forma de quitarse la sin dejar de besarlo, pero es imposible. Suelto un gruñido desesperado al separarme para deshacerme de su prenda y le vuelvo a atacar la boca como si no hubiera mañana.

Ahora su dedo índice y del corazón tocan mi húmeda feminidad, mis gemidos aumentan. Tocó su miembro por encima de la tela de sus pantalones haciendo que crezca y se marque a través de la ropa que estorba. Agarro el cierre jugando con el mientras suelto una risa, me atrapa el labio queriendo que me apresure. Su lado dominante me hace querer no esperar más y que me folle duro, rápido y duro. Bajo la cremallera, sus pantalones se deslizan solos hasta sus tobillos dejándome una imagen más clara de su genital. Es de unos centímetros más grande que el tamaño regular -por lo menos más grande que el de mi ex novio-, metiendo mi mano dentro de su ropa interior, el quita mi vestido junto a mis bragas a la vez separándome unos segundos de su anatomía.

— ¿Qué quiere la gatita? —su risa es sarcástica y yo no puedo evitar reírme juguetona.

—Quiere que este hombre —poso la palma de mi mano en su pecho—, me demuestre lo que ha aprendido con esas zorras que no necesitará más —dije por inercia ofreciéndome involuntariamente a él cada vez que quisiera.

— ¿Por qué tan posesiva, Amy? El tiempo que te conozco siempre has sido la chica tímida —empezaba a burlarse de mí.

Pesqué toda mi ropa. Me la acomodé como pude para salir de allí. Está bien que sea posesivo, pero burlarse de mí en medio del acto sexual no se lo permitiría. Debía a aprender a cómo tratar a una chica —que por cierto buscaba algo más que solo sexo— mientras quieren tener aquello.

Bajé las escaleras. Me siguió.

Miré a su dirección, seguía con los bóxers puestos.

Idiota, pensé.

Se estaba exponiendo solo. Mañana esto saldría en televisión y en toda red social existente.

—Amy, ven acá. Ahora —ordenó, lo ignoré—. Joder, Amy ¿qué hice?

—Me voy, Adrien me espera despierto en casa —despedí con la mano dándole la espalda.

Corrí.

Cualquier rastro de alcohol que hubo en algún momento en mi cuerpo, había desaparecido.

Ni siquiera entiendo porqué me sentí mal. Las lágrimas amenazaban con salir mientras caminaba hasta donde me dejó el taxi para tomar uno devuelta.

Quiero mi habitación, mi cama; incluso a mamá. Ella siempre me decía que se debía confiar en la madre y nadie más, desde entonces a ella le contaba todos mis sentimientos. Me vio llorar cuando mi último y único novio me termino por el simple hecho de que yo estaba cambiando.

Él me quería cuando yo tenía esos rollitos en mi estómago y unas piernas gordas. ¿Quién entiende a los hombres? Yo estaba haciendo ejercicio por él, por él adelgacé. Otros chicos buscan tipas delgadas. Esto me confunde.

El ojimiel volvió a mi mente luego de pensar en mamá. Su tacto era preciso, sabía dónde dar para llegar al punto máximo sin haber comenzado del todo.

Mis mejillas probablemente están rojas al pensar en ello. Casi tengo mi segunda vez con Justin, aunque ya no sea del todo especial, solo quiero tener sexo con alguien que mínimo estuviera saliendo conmigo —no exactamente como novios.


***
Deben de odiarme, después de todo les prometí cuatro capítulos y subí dos.

No me sentía para nada bien respecto a todo, apenas podía entrar a una red social, pero... Estoy devuelta y escribiendo (leyendo también) a full.

Los amo, disculpen la hora.

I can see the storm © j.b.Where stories live. Discover now