Capitulo LXVII

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Gracias es el último país que visitaremos, ya estamos llegando a Alemania y también es hora de dar las fechas del tour por Latinoamérica.

No supe más de Justin aparte de un escaso mensaje que decía "felicitaciones", ni siquiera me  inmuté en contestarle, se supone que él iba a verme a mí. Sigo sin entender porqué prefirió irse con prostitutas, cómo tenía el descaro de hacerme eso. Mica me dijo que ya era suficiente y prácticamente lo bloqueó de mi vida.

Tomé el laptop poniéndolo en mis piernas haciendo conexión con mis datos móviles de mi iPhone.

— ¡Quedan quince minutos! —Grité para que todos los del jet estuvieran atentos al gran momento.

— ¡Serás la reina del mundo! —Animó Mica.

—Oh, no. No quiero ser reina sin tener un rey —sollocé en burla.

—Silencio, Amanda. Una mujer no depende de un hombre, son inútiles —reprochó y su tono era serio, cosa que me preocupó.

Sabía a qué se refería, todo este tema de mi ex novio es un caos, repito; ella quiere bloquearlo de mi vida... Para que deje de hacerme daño. Ni bromas podía realiza sin que tocara el tema.

—Lo siento —susurré.

La tensión en el jet se hizo presente, nadie habló hasta que avisé que debía informar sobre mi llegada al continente sudamericano en un par de meses más.

Las notificaciones comenzaron a llegar al instante sin dejarme leer las menciones, actualicé la página y esta no respondió. Twitter había colapsado.

Entro a instagram posteando la foto oficial de la gira con estas nuevas fechas. Nuevamente la aplicación se cierra, me enfurezco. Dejo de lado eso y agarro el móvil de Mica, quien me mira con cara de confusión. Tampoco puedo entrar desde ahí.

—Amiga, eso solo significa una cosa —me agita por los hombros—. ¡Has hecho colapsar lar redes sociales!

Es shock todavía, comencé a gritar. Ella tenía razón; me estoy volviendo la reina del mundo. No como si fuera a mandar todo, sino, como una gran influencia en la actualidad.

"Chicos, gracias por todo pero ustedes mismos me impiden responder sus tweets", puse postear en la página apenas pude entrar.

Intente dormir un rato, pero la emoción me ganaba. Mis ánimos volvieron de nuevo. La magia que podían lograr en mi la gente desconocida.

Un par de horas y ya habíamos aterrizado en Alemania. No es que este lugar no me llamara la atención, solo que aquí estaríamos dos días y estaba realmente cansada.

Me tiré como un saco en la cama de la suite, revisé mi móvil y ya me permitía responder sin quedarse pegado. Estuve dos horas aproximado en ello. Me di una merecida siesta que hubiese seguido pero me interrumpieron con globos y champán. Al equipo le gustaba celebrar cada hecho de la gira.

Pasamos el rato hasta que se nos pasó la hora y ya estaba amaneciendo.

Los eché de mi habitación para relajarme y estar lista para el show. Comencé a idearme los conciertos en Latinoamérica, quería que fueran diferentes. Nuevas canciones, poder tocar el piano –aunque lo veía imposible por lo desastrosa que soy con los dedos–,escenografía porque en el contrato aparecía que no se podía trasladar objetos de gran magnitud, como el micrófono que usualmente tenía en el escenario y otras cosas. Quería ofrecerles mi ciento un por ciento a ellos; quienes tenían mínimas posibilidades de conocer a sus ídolos y el tiempo que esperaban por nosotros.

(***)

Desperté algo atrasada, el show comenzaba en una hora y en quince minutos el meet&greet.

Subí rápido a la van mientras Niña iba maquillándome, ni una ducha me di. Mi ropa consistía en un pantalón de chandal y una blusa arrugada por el tiempo.

Allí estaba de nuevo ¿qué quería? ¿No podía simplemente irse y dejarme en paz?

—Amy —me detuve—, hablemos.

—Mira, vengo demasiado apurada; tengo un concierto que dar en menos de una hora —entré a la bambalina correspondiente.

Mi cara de felicidad aún estaba, verlo esta vez me hizo sentir mariposas pero no dejé que me afectara.

Todo pasó muy rápido, el show estaba por finalizar y decidí subir a un fan en aleatorio y responderle una pregunta, cualquiera.

— ¿Justin está aquí? —estaba harta de que me preguntaran por él. No nos habían visto juntos hace mucho tiempo ¿por qué insisten?

—Si, estoy aquí —salió con un micrófono y su otra mano en el bolsillo. Rodé los ojos.

La arena explotó en gritos y yo me quise retirar pero me abrazó por los hombros. No soportaba más esto. Al parecer Justin necesitaba atención y la estaba consiguiendo. Después de todo, la única atención que recibía era por sus malas andanzas y sus semanas enteras en clubes nocturnos.

—Próximo destino; Grecia —me encerré en mi camerino, me cambié, tomé mi bolso y salí del recinto.

Esta vez el jet iba solo, yo quería estar conmigo misma. Meditar que iba a hacer con el amor que siento por ese estúpido rompecorazones.

Lloré, y es que estaba cansada de eso también. Quiso ser amable y hablar, pero no era idiota sabiendo que días después me volvería a engañar. Él tiene su libertad ahora ¿por qué no me deja ser libre a mí también? Siento que está buscando fama, pero él me la dio a mi.

Amo a Justin con mi alma pero siento que escucharlo solo volverá a romper mi corazón.

Los mensajes tardaron en llegar, por parte debido a que íbamos en vuelo o quizá yo quiero pensar eso porque ya no les interesaba, mis actitudes les molestaban.

Justin.

Justin.

Justin.

Era lo único que aparecía en mi pantalla. Tenía todas las ganas del mundo de desbloquear mi móvil y leer cada uno de ellos pero Mica tiene razón, como siempre; debo bloquearlo de mi vida. Es ahora o nunca.

Borré sus mensajes, su número. Lo dejé de seguir –generaría polémicas, ya no me importaba– y bloqueé su número para las llamadas. Debía desaparecer de mi vida por mi salud, no quiero depresión ni otras enfermedades que vienen con ella. Quiero ser feliz, díganle que me deje ser feliz.

I can see the storm © j.b.Where stories live. Discover now