Capítulo 11: Desconocidos

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—Aún no entiendo por qué no esperaste hasta la otra semana para hacer la cena —le digo a mi mamá mientras la veo correr de un lado a otro—. La señora Cleme vuelve la otra semana y perfectamente podría haberte ayudado a preparar las cosas.

La señora Clementina trabaja en mi casa desde que Adam era pequeño y yo aún no nacía, tiene unos cuatro años más que mamá, la consideramos parte de la familia. Ahora, está de vacaciones hasta la próxima semana, muero de ganas de verla.

—Porque sí, ahora fuera de mi cocina.

—¿Por qué no me dejas ayudarte?

Me da una mirada fulminante, de esas que son típicas de las mamás y que sabes que debes alejarte enseguida. Salgo al living y me siento en el sillón a ver la televisión; mi hermana salió a dar un paseo con mi hija así que tengo tiempo para mi. Hago zapping ya que no encuentro nada interesante que ver, hasta que llego a un canal en el que están dando un capítulo de Pretty Little liars, creo que es un capítulo de la sexta temporada. Me pongo a verlo y luego el que dan después; cuando vivía aquí solía verlo, me quedé en la tercera o cuarta temporada pero en Santiago no tuve tiempo de seguir viéndola. Subo a buscar mi computador y comienzo a ver nuevamente desde la primera temporada, me vuelvo a enamorar de el profesor, Ezra Fitz.

El timbre suena cuando voy en el capítulo tres, lo dejo pausado y me dirijo a la puerta. Cuando la abro veo a mis abuelos del otro lado.

—¡Elizabeth! —dice mi abuela cuando me ve y me abraza.

—Hola, abuela.

—Hola, extraña —dice mi abuelo abriendo también los brazos—. Hace tiempo que no te veíamos por aquí.

—Ahora estaré más seguido por aquí. Tengo que presentarles a alguien.

—¿Un nuevo novio? —pregunta el abuelo elevando las cejas y la abuela le da un golpe en el brazo.

—No, nada de eso —aclaro antes de hacerlos pasar.

Caminamos al living donde está mi hermana y mi hija, y luego de que ellos saluden a Rosie, les presento a mi hija. Las palabras ya me las sé de memoria de tanto que he presentado a Cassia, las reacciones de la gente también las conozco de memoria, siempre es la misma expresión de sorpresa en la cara. Después de un rato y de que mis abuelos asimilaran que ahora también son bisabuelos, subo a mi habitación con Cassia a arreglarnos para recibir a las visitas.

Bajamos media hora después, mi hija con un vestido floreado que le compró mi mamá hace unos días y yo con un vestido blanco, ni tan formal ni tan casual. Veo a Adam y su novia sentados en el sillón, y voy a saludarlos; a la chica nunca en mi vida la vi, así que no debe ser de por aquí.

—Effie —mi hermano me abraza—, ella es Stephanie, mi novia.

—Hola —la saludo amablemente y ella también.

Luego de hablar un rato con ellos, sigo hablando con los demás hasta que casi todos llegan. Siento un alivio cuando veo que Diego no llega y pienso que tal vez decidió no venir hasta que escucho el timbre. Sé que es la única persona que falta por llegar así que no me sorprendo cuando mamá viene tomada de su brazo.

—Que bueno que pudiste venir —va diciendo mi mamá—, hace mucho que no te veía y supe que te casas. Como crecen mis niños.

—Sí, no he tenido mucho tiempo libre. Además los de las impresiones se han demorado más de la cuenta, planeamos desde la próxima semana empezar a repartir las invitaciones.

Desvió la mirada, no quiero hacer caso a la sensación que acabo de sentir, prefiero ignorarla, es lo mejor que puedo hacer. Sé que él se da cuenta porque me estaba mirando mientras hablaba.

Cartas a BenjamínWhere stories live. Discover now