Capítulo 81: Los brazos de mamá

547 58 4
                                    

Me tomó un par de días asimilar lo que en verdad estaba pasando, no podía creer que me estuviera pasando de nuevo, me faltaba solo un año y medio para terminar la universidad, los años más difíciles, en los que tenía que estar al cien por ciento comprometida y solo lo estaba un setenta y cinco porque tenía una hija, ¿qué iba a hacer con dos?

Sabía que la prueba de sangre es lo más seguro pero no pude evitar correr a la farmacia más cercana y comprarme tres pruebas de embarazo que fueron solo dinero perdido porque en cada una salían las dos malditas líneas. Ya había pasado por eso, pero no estaba segura de poder hacerlo una segunda vez.

Estaba sola, Diego no daba señales de querer despertar y tal vez nunca lo haría, me quedaría sola con dos bebés, tendría que dejar la universidad y pasarían los años y nunca volvería a terminar la carrera. Sería una fracasada y eso me llevaría a ser una mala madre por lo frustrada que estaría, odiaría a mis hijos y ellos me odiarían a mí. ¿Un poco dramático, no? Eso es lo que pasa con mi mente cuando me pongo a divagar.

Tomo la mano inmóvil de Diego, está un poco fría así que la froto con la mía para que tenga un poco de calor. Con mi mano libre acaricio su frente con cariño y le doy un pequeño beso así.

—Me iré unos días a Viña —susurro cerca de su cara, no puedo detener mis lágrimas pero cuido que no le caigan encima—. No quiero dejarte, pero necesito estar en mi casa, necesito mucho a mi mamá en este momento y Consuelo vendrá a reemplazar mis visitas, me pondrá en FaceTime para que podamos vernos y será como si estuviera a tu lado, ¿sí?

No fue una decisión fácil, pero una vez que el shock de saber que estaba embarazada pasó, supe que esta vez no quería hacerlo sola. Necesitaba decírselo a mi mamá, necesitaba que me abrazara, que me regañara todo lo que quisiera si era necesario pero que al final se quedara a mi lado diciéndome que todo iría bien. Diego estaba estable, tanto que ni los médicos entendían por qué todavía no daba señales de despertar, incluso habían disminuido poco a poco los medicamentos que lo mantenían sedado pero eso no parecía generar ningún cambio en él; todavía seguía dormido.

—Solo me iré tres días, así que más te vale estar vivo y mejorando cuando vuelva o no te lo perdonaré nunca. ¿Me has escuchado, Diego Gassmann?

Tampoco le he hablado de mi nuevo descubrimiento, no he podido decirlo en voz alta todavía, no me atrevo a hacerlo. Si existe la posibilidad de que me escuche, no quiero abrumarlo con tanta información o esa es la mentira que me digo para no decir que estoy aterrada.

—Te amo —deposito un beso en su frente como siempre pero esta vez no retiro los labios enseguida, me quedo un momento ahí para intentar recordar durante los tres días siguientes el contacto de su piel. He pasado un mes viéndolo todos los días, se me hace muy difícil dejarlo aunque solo sea un fin de semana—. Si despertaras, me vería obligada a quedarme aquí a tu lado —bromeo—, es tu última oportunidad de hoy.

A pesar de que solo estoy bromeando, no puedo evitar mirarlo fijamente por los siguientes dos minutos esperando que me escuchara y se lo tomara en serio pero como eso no ocurre, tomo mis cosas y a Cassia que está dormida en el sillón de las visitas y salgo de la habitación. Me despido de Jeanette mientras buscó el número de un taxi en los contactos de mi teléfono para que nos lleve al terminal de buses, estos últimos días no me he sentido demasiado cómoda conduciendo y no estoy segura de si lograría llegar a Viña del Mar sin colapsar en el camino con mi hija en el asiento trasero.

El viaje se me hace eterno a pesar de que solo son un poco más de dos hora pero por fin llego a mi ciudad natal y tomo un taxi afuera del terminal de buses que me lleve a mi casa. No estaba segura de si quedarme ahí, pensé que tal vez podría quedarme en el departamento de Diego y sabía que a él no le importaría pero la verdad necesitaba mi casa, y si para eso tenía que tragarme el orgullo y convivir con mi padre, lo iba a hacer. Desde que nos ayudó con lo de Cassia, nuestra relación comenzó a mejorar un poco aunque lo más probable es que me eche a patadas una vez que se entere de que estoy embarazada de nuevo.

Cartas a BenjamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora