Capítulo 59: Todos me dejan

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Son las tres de la mañana y no tengo noticias de Diego, sinceramente no creo que vuelva. ¿Quién lo haría después de cómo lo traté? Jenny solía decirme que mis arranques de furia algún día me traerían problemas, que por lo general reaccionaba mal pensando que me estaban atacando cuando no era así y que tal vez por eso podría perder a las personas que más quiero. Conociéndome, me habría enfadado y tomado ese comentario demasiado personal si hubiese sido otra persona quien me lo dijera pero era Jenny y sabía que mi mejor amiga solo se preocupaba por mí. Me arrepiento tanto de no haber tomado en cuenta lo que me decía, tal vez ahora estaría abrazando a mi novio y demostrándole todo lo que lo amo y no llorando en mi cama desde que me di cuenta de que se fue.

Me he fumado casi la cajetilla entera, uno tras otro y me siento mal también por eso. Hace años que no me entraba la necesidad de hacer eso y casi pierdo el control de todo, me comenzó a faltar el aire y estaba segura de que estaba por darme una especie de crisis pero no me lo permití, estoy a cargo de mi hija no me puedo dejar llevar por eso. Me costó pero logré controlar mi respiración como nunca lo había hecho, hasta estoy sorprendida por eso.

Me acosté hace más o menos una hora, debería haber estado estudiando pero no puedo hacerlo, no puedo concentrarme en otra cosa que no sea en dónde estará y si estará bien. No puedo dejar de llorar por más que lo intento, cuando estoy a punto de lograrlo viene otro sollozo.

Me rindo, ya no volverá así que me hago un ovillo, abrazo la almohada del lado de Diego ya que tiene su olor e intento dormir aunque sé que no lo lograré hacer. Milagrosamente mis ojos se comienzan a cerrar debido al cansancio del día y cuando estoy a punto de irme al mundo de los sueños siento ruidos en la puerta. Me levanto asustada intentando pensar en qué utilizar como arma si es un ladrón, es por esto que también necesito a Diego conmigo.

Salgo de la habitación intentando ser silenciosa y lo veo entrar, choca con la mesita de la entrada y bota los adornos aunque sé que ninguno se rompió. Cierra la puerta e intenta caminar en línea recta pero no lo consigue, está completamente borracho y es mi culpa. Corro hasta él antes de que siga botando todo a su paso y despierte a Cassia e intento llevarlo hasta la habitación cargando gran parte de su peso, lo que se hace bastante difícil.

—No iba a volver, pero no me sabía otra dirección —dice mientras se le traba un poco la lengua—. Lo siento, me puedo ir por la mañana.

—¿Qué estás diciendo? No quiero que te vayas.

—¿No?

—Claro que no, no era mi intención reaccionar así —sé que mañana no recordará lo que estoy diciendo y eso me recuerda algo que vuelve a ponerme furiosa—. ¿Te viniste manejando en este estado? —no me responde y yo lo golpeo en el brazo sin tanta fuerza—. ¡Estás loco! Podrías haberte matado.

—¿Y qué importa? —suelta un sollozo y lo miro con atención, no puedo creer que no me di cuenta antes de que estaba llorando—. Siempre arruino todo lo que tengo, ¿de qué me sirve estar bien?

—Estás hablando tonterías porque estás borracho, Diego. Vamos a dormir, mañana podremos hablar.

—No son tonterías, es la verdad. Siempre que tengo algo lindo encuentro la manera de arruinarlo por eso todos me dejan, por eso ninguna mujer se queda conmigo incluyendo a mi mamá —en la última palabra le tiembla demasiado la voz y su llanto ya es más descontrolado—. Soy tan mierda, tan poca cosa que ni siquiera la mujer que me dio la vida puede quedarse a mi lado.

Me parte el corazón escucharlo decir esas cosas, notar lo poco que se valora aunque sería un poco hipócrita de mi parte retarlo por eso siendo que yo hago lo mismo conmigo. Aun así, no puedo dejarlo así.

Cartas a BenjamínOnde as histórias ganham vida. Descobre agora