Capítulo 26: Año nuevo

1.1K 132 2
                                    

—¿Jenny? —pregunto entre risas.

—¿Qué? ¿Ahora tengo voz de mujer?

—Lo siento, no reconozco el número. Apostaría a que te auto regalaste un nuevo teléfono por Navidad.

—¿Qué comes que adivinas? —pregunta Diego—. Eres la primera llamada que hago desde este teléfono, deberías sentirte importante.

—¡Oh por Dios! —finjo mucha emoción—. Me siento muy alagada.

—Espero que tengas una gran Navidad, Effie. Que puedas disfrutar a tu familia, a pesar de todo el dolor que estás sintiendo te deseo lo mejor.

Una lágrima comienza a caer por mi mejilla y no hago nada por detenerla.

—También deseo lo mejor para ti —mi voz tiembla cuando termino la frase—. Ha sido un año muy difícil para ti y mereces ser feliz.

—Supongo que ambos merecemos ser felices.

—Y en algún momento lo seremos —respondo mientras más lágrimas siguen cayendo—. Debo irme, mamá me está llamando. Saluda a Edith de mi parte.

—Gracias, te diría que saludaras a tu familia de mi parte pero no creo que sea una buena idea —me saca una pequeña sonrisa—. Cuídate, Lizzie. Nos vemos.

Corto el teléfono y me quedo un rato intentando recuperarme, sin mucho éxito, no puedo dejar de llorar, no sé si es por Benjamín, por el desastre que tengo en mi vida o porque fui la primera persona a quién llamó Diego esta noche.

—¿Estás bien? —pregunta Adam, no sé cuánto tiempo llevará ahí y no me interesa.

—Sí.

—¿Con quién hablabas?

—Eso no te importa.

—Effie.

—No, Adam. La única razón por la que estoy pasando la noche en la misma habitación que tú es porque sé que mamá se esfuerza en hacer una buena velada; si fuera por mí no estaría aquí.

—No puedes odiarme para siempre.

—No te odio, odio en lo que te has convertido, tu actitud de mierda. Todos tenemos problemas, no solo tú.

—Lo siento mucho —dice y de verdad parece arrepentido.

—Yo también.

Salgo de la cocina y me dirijo al baño un momento, no quiero que nadie note que estuve llorando. Me miro al espejo y aunque fueron pocas lágrimas, mis ojos están muy brillosos y mi nariz un poco colorada. Subo a mi habitación, no hay nada que una buena capa de maquillaje no arregle.

Vuelvo a bajar y todos parecen estar esperándome.

—¿Estás bien? —pregunta mamá—. ¿Quién te llamaba?

—Carla, una amiga de la universidad.

—Que amable —dice y luego me pasa un regalo.

Me sorprendo, con la sorpresa que llegué este verano no creí que me regalaran algo por Navidad pero quedo aún más sorprendida cuando veo que se trata de un teléfono nuevo, y no uno cualquiera, el último modelo que salió.

—Mamá, no era necesario.

—Claro que lo era, el que tienes se cae a pedazos y necesitas tener un buen teléfono a mano siempre en caso de emergencias.

—Gracias —le doy un abrazo y luego uno a papá.

La noche termina y cuando me voy a dormir, no sé por qué me siento tan cansada. Me quedo unos momentos explorando el teléfono nuevo, definitivamente me encanta, es de color dorado y la cámara que tiene es fantástica, claramente, Cassia será mi modelo, le tomaré muchas fotos.

Cartas a BenjamínOù les histoires vivent. Découvrez maintenant