Capítulo 55: Ultimatum

941 121 25
                                    

Vierto un poco de leche en el biberón de Cassia y saco un pan de la tostadora mientras me paseo por la cocina vestida con una camiseta de Diego que me queda enorme. Son las diez de la mañana y él se fue a trabajar hace más de una hora dejándome durmiendo, aunque se despidió con un beso que lo único que logró fue hacer que quisiera más y que se quedara conmigo todo el día pero este hombre tiene una fuerza de voluntad gigante y logró salir de ahí.

Estoy lavando unas tazas y platos que habían sucios cuando escucho que la puerta se abre, solo espero que no sea Adam porque no quiero ni imaginarme el escandalo que haría al verme aquí y como voy vestida. Salgo al pasillo para ver y me encuentro a Diego llegando con una caja enorme entre sus brazos, la deja encima de la mesa y se lanza al sillón sin ninguna sutileza.

Lo quedo mirando extrañada y luego me acerco a él mientras le pregunto qué hace aquí tan temprano. Me acomodo a su lado.

—Supongo que tendré que empezar a buscar avisos de trabajo en el diario —dice sin moverse ni un centímetro, está mirando fijamente el techo.

—¿Qué? —no puede ser.

—Me despidieron.

—¿Cuáles fueron las razones que te dio? —estoy intentando mantener la calma porque estoy furiosa.

—Eso ya no importa, hay miles de empresas en las que necesitan abogados y además, deben pagarme bastante por el tiempo que trabajé ahí —se encoje de hombros como si le fuera indiferente pero por sus ojos sé que está triste. Si hay alguien que amara su trabaja ese era Diego—, así que no todo es tan malo.

—¿Cómo que no? ¡No te pueden despedir por estar conmigo! Somos adultos y nos queremos, no pueden hacer nada contra eso. No puedo creer lo idiota que pueden llegar a ser, pero me van a escuchar y se tragaran todas sus malditas palabras.

—No hagas nada, Effie. Ya veré cómo arreglaré la situación pero a ese lugar no volveré, me dio dos opciones y elegí la mejor para mí. Ya está.

—¿Dos opciones?

—O terminaba mi relación contigo o me despedía.

—¿Me elegiste a mí? ¿Qué le dijiste?

—Le dije que se fuera a la mierda, que dejarte no era una posibilidad y que no necesitaba de él para hacer crecer mi carrera, luego me fui —baja la mirada hacia mí por primera vez y me toma la mano, comienza a trazar círculos en ella con su pulgar—. Lo siento, sé que es tu padre pero estaba demasiado furioso como para controlar mis palabras.

—¿Bromeas? —lo abrazo con fuerza—. Si hubiese estado en tu lugar lo lleno de insultos.

—Sigue siendo tu padre, Eff.

—Sí, siempre lo será pero eso no le quita lo idiota y cerrado de mente que está siendo ahora.

—Prométeme que no harás nada, ya estás lo suficientemente alejada de tu familia por elegirme a mí, no quiero que todo empeore.

—Te lo prometo —digo aunque no sueno muy convencida y él lo nota.

—Irás igual, ¿verdad?

—Sip, y si no quieres que lo haga por ti entonces deja que lo haga por mí, porque indirectamente esto también me afecta y a él debería importarle eso porque soy su hija.

Me estrecha aún más en sus brazos y nos quedamos un largo rato así, sin movernos, pegados el uno al otro. Otra vez las cosas no se nos dan para nada fácil, pero al parecer a diferencia de hace seis años decidimos seguir a nuestros corazones y seguir juntos, porque creo que un amor como el nuestro es único y si la vida nos unió por segunda vez es por algo. No estoy segura de si creo en todo eso del destino, del amor de la vida pero si existen creo que él podría serlo; a este hombre lo conozco prácticamente desde que nací, fue mi primer amor y ahora se ha convertido en uno de mis mayores pilares en mi inestable vida. No podemos desperdiciar esta oportunidad que tenemos en frente porque la vida puede unirte dos veces, pero ya una tercera lo veo bastante difícil.

Cartas a BenjamínWhere stories live. Discover now