Capítulo 24: Verdades

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Han pasado dos semanas desde que escribí la cuarta carta, tal como escribí, no quemé las cartas pero las tengo guardadas en el fondo de mi armario para no verlas. De vez en cuando me viene toda la angustia y lloro hasta quedarme dormida o hasta que siento que alguien llega a la casa, no quiero dar explicaciones y hasta ahora la única persona que sabe lo que pasó sigue siendo Diego.

Mi amistad con Diego ha ido genial, me ha ayudado un poco a olvidarme de todo y ser yo misma, hace todo lo que esté a su alcance para que yo sonría y creo que eso es justo lo que necesito. Dicen que ser amiga de quien alguna vez te rompió el corazón además de imposible es autodestructivo y tal vez yo pensaba igual hace un tiempo; pero ahora que lo estoy viviendo, siento que autodestructivo sería estar lejos de él. Últimamente siento que es una de las pocas personas a las que le importa lo que me pasa, incluso más que mi propio hermano.

Tres días después de que me enteré lo de Benjamín, fui a hablar con su madre, a preguntarle si ella sabía algo de esto, si estaba al tanto del engaño de su hijo y se mostró muy sorprendida.

—¿Cómo dijiste? —preguntó una vez que le había contado todo.

—Lo que escuchó, estaba en el cementerio y llegó esta chica, embarazada de unos ocho meses diciendo que era la... la novia de Benjamín.

—No puede ser posible, mi hijo no estaba con nadie. Puede estar mintiendo.

—¿Con qué razón mentiría?

—Hacer daño, no sé. ¿Cómo era la chica?

—Morena, de pelo ondulado, un poco más baja de estatura que yo y los ojos verde claro. Se llama Kiara.

—¿Kiara? —en su cara noté que sabía de quién hablaba—. Eso no puede ser posible.

—¿Por qué no?

—Porque ellos no tenían contacto desde la primera vez que terminaron y eso fue antes de que él estuviese contigo.

—¿Ella era su ex novia?

—Sí —la señora Jacqueline se puso de pie y comenzó a buscar algo, al minuto llegó con una foto y me la mostró—. ¿Era ella verdad?

—Sí.

—No sé qué decir, esa chica no parecía ser mala. No sé si eso habrá cambiado con el tiempo, la única forma de saber si dice la verdad es hacerle una prueba de ADN al hijo.

—No soy capaz de pedirle eso, no soy nadie para hacerlo.

—Claro que eres alguien y mereces una explicación de todo esto.

—¿Lalo sigue viviendo aquí? Supongo que él sabrá algo, era su mejor amigo.

—No lo creo, se alejaron hace ya bastante tiempo. Benjamín nunca me quiso decir la razón por la que pelearon pero debió ser algo muy malo ya que eran inseparables.

—De todas formas, ¿tiene su dirección? Tal vez algo sabe, por lo que dijo la chica su relación llevaba tres años.

La señora escribió en una pequeña hoja la dirección de Eduardo, el amigo de Benjamín y no quise esperar más para ir hacia su casa. Tenía mucho miedo de lo que podría encontrarme pero debía hacerlo, necesitaba saber la verdad o parte de ella.

Cuando llegué, no disimuló su sorpresa de verme. Antes solíamos pasar mucho tiempo juntos, ya que era casi un hermano para Benjamín y eran como un pack unido, la mayoría de las veces venían juntos.

—¿Effie? —esa es la pregunta del mes, lo primero que dicen siempre al verme, como si hubiesen pensado que ya no me verían más.

—Hola —intenté mostrarme firme pero sentí que mi voz temblaba—. ¿Tienes un momento para hablar?

—Claro.

Su cara no tenía otra expresión que sorprendida, no dejaba de mirarme como si de verdad le costara creer que yo estaba ahí de pie frente a él. Se limpió la grasa de auto de las manos ya que al parecer lo estaba arreglando y me hizo pasar a su casa.

—Perdón por el desorden, no viene mucha gente por acá.

—No te preocupes.

—¿Quieres algo? Tengo jugo, o agua.

—No, gracias. Lalo, yo vengo por algo en especifico.

—¿Qué pasó?

—Quiero saber qué pasó con Benjamín.

—Effie, yo... no puedo —se removió nervioso en su asiento—. Por más peleados que hayamos estado yo no puedo decirte nada.

—Por favor, necesitó entender —rogué y percibí un leve cambio en su actitud—. ¿Quién es Kiara?

—¿Qué? —al igual que en la mamá de Benjamín, noté que su cara cambiaba al escuchar su nombre.

—¿Que quién es Kiara? Eras su mejor amigo, Lalo. No me puedes decir que no la conocías.

—¿De dónde la conoces tú?

—Me encontré con ella en el cementerio pero yo pregunté primero.

—Si te cuento por qué peleamos, ¿prometes que igual tus recuerdos de él no cambiarán, te quedarás solo con lo bueno?

—No puedo prometer eso porque mis recuerdos buenos se fueron a la mierda hace tres días, que me cuentes algo malo de él no va a cambiar nada.

—Kiara quedó muy mal luego de que Benjamín terminara con ella antes de conocerte; yo siempre estuve enamorado de ella y lo único que quería era hacerla feliz pero ella solo me veía como un amigo. Luego uno año y estando seguro de que a Benja no le importaba, decidí enamorarla costara lo que costara y pensé que había funcionado que que aceptó ser mi novia —se detuvo un momento intentando encontrar las palabras, me di cuenta lo mucho que lo afectaba—. Yo tenía muy claro que ella seguía enamorada de él pero tenía la esperanza de que algún día me llegara a querer tanto pero un día descubrí que eso nunca pasaría.

—¿Cómo lo descubriste?

—Mis esperanzas se fueron a la mierda el mismo día que nuestra amistad, los encontré juntos y no había forma de que pudieran negarlo. No pude contener la rabia y lo golpee, él me había asegurado de que no sentía nada por ella y que estaba feliz por mí, por otro lado lo golpee por ti.

—¿Por mí?

—Esto pasó antes de que ustedes terminaran y tú te fueras, sentí impotencia porque a ti te tomé un cariño enorme, casi como de una hermana y no te merecías lo que te estaba haciendo.

—Entonces, es verdad. La chica no mentía —dije más para mí que para él, luego alcé más la voz —. ¿Sabes que está embarazada?

—Lo supuse —mostró una sonrisa triste—. No me atreví a ir al funeral de Benjamín, pero sí fui unas horas después, necesitaba despedirme de él a pesar de todo lo que había pasado y me encontré con ella, por más que intentó hacerlo era casi imposible ocultar su estado. No lo soporté y me fui enseguida.

—No fue la única —me atreví a decir y él me miró confuso—. Me fui de aquí embarazada hace dos años.

—¿Qué?

—Tengo una hija de Benjamín. Todos dicen que se parece mucho a él cuando pequeño.

—¿Podré conocerla algún día?

—Claro.

Luego de eso me fui, y hasta el día de hoy no he podido sacarme de la cabeza todo lo que me contó Lalo, eso fue la confirmación que necesitaba. Sé que él no mentiría en algo así, porque vi lo afectado que estaba; casi tanto como lo estoy yo o tal vez un poco más considerando que fue engañado por las dos personas que más amaba en el mundo.

Cartas a BenjamínWhere stories live. Discover now