Capítulo 28: Decepción

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Mis padres se fueron a unas especies de «vacaciones por el fin de semana» a La Serena, tenemos una casa a las afueras de la ciudad y querían escaparse un poco de todo, se ofrecieron a llevarnos a Cassia y a mí pero la verdad no tengo energía, y sé que un lugar tan tranquilo como en el que se encuentra —los vecinos más cercanos están a más de un kilometro de distancia—, hará que mi cabeza no deje de pensar en todo el tema de Benjamín.

Me rogaron que los dejara llevar a Cassia con ellos para que conociera, sabía que a mi hija le encantaría el lugar así que no me pude negar aunque sé que la extrañaré mucho; y Rosie se quería quedar conmigo pero no la dejaron por todos los problemas en los que se venía metiendo hace un tiempo.

Así que, aquí estoy, sola en esta casa gigante; siempre me gustó la soledad pero ahora me siento extraña, supongo que es porque estoy acostumbrada a estar todo el día acompañada por mi hija, o por mis compañeros de universidad, o por la abuela.

Le envío un mensaje a Diego preguntándole si quiere venir a cenar conmigo pero no me responde, han pasado dos días desde lo de la playa y no he sabido nada de él. Supongo que estará ocupado, tampoco es que debamos hablar todos los días.

El timbre sonando me interrumpe cuando estoy viendo Pretty Little Liars, lo dejo en pausa y me dirijo a la puerta extrañada, no estoy esperando a nadie y vivimos lo bastante alejados de la ciudad como para que vengan a vender algo o a predicar la palabra de Dios.

Al abrir la puerta me quedo paralizada sin saber qué hacer, podía esperarme a cualquier persona menos a la chica embarazada que estaba ahí.

—¿Me recuerdas? —pregunta como si de verdad pudiera olvidarla—. Soy la chica del cementerio.

—Sé quien eres, lo que no entiendo es por qué estás en mi casa.

—No quiero molestar, solo quería hablar contigo.

—¿Cómo sabes dónde vivo?

—Benjamín me lo dijo una vez. No te quitaré mucho tiempo, lo prometo.

—Está bien, pasa.

Con dificultad camina, recuerdo lo incomodo que era caminar cuando Cassia tenía ocho meses así que enseguida le ofrezco asiento. Se tarda un poco en hablar como si estuviera intentando elegir las palabras correctas, comienzo a perder la paciencia pero me obligo a estar tranquila.

—Sé que nunca me amó —comienza a decir y yo la miro confundida—. Benjamín, tengo claro que nunca me amó.

—¿De qué hablas?

—Nunca me miró como te miraba a ti, por más que lo intentaba nunca me amó como te amaba a ti. No soy estúpida, siempre supe que la única en su corazón eras tú y aun así me quedé a su lado.

—¿Te parecía bien lo que me estaban haciendo? Si me amaba tanto como dices, ¿por qué me engaño por casi un año?

—Yo no tenía idea de que estaba contigo, cuando me lo dijo yo lo dejé, me sentía traicionada pero luego volvió a buscarme diciendo que lo de ustedes había terminado y no pude negarme, lo amaba demasiado como para dejarlo... Lo sigo haciendo.

—Kiara, no sé a qué quieres llegar con esto.

—A que no quiero que lo odies por esto, se equivocó pero en el fondo no es malo, ya no está para reparar sus errores y lo mejor sería perdonar y recordar los buenos momentos, en los que fuiste feliz.

—No puedo hacer eso, y si viniste solo a eso te voy a pedir que te vayas, no me interesa escuchar lo mucho que me amaba si lo demostró engañándome.

—También vine a decirte que estoy dispuesta a hacerle una prueba de ADN a mi hijo pero lo haré cuando nazca, durante el embarazo es peligroso y ya no queda mucho para que termine.

—No es necesario que me digas eso, yo no soy nadie. Deberías hablar con la madre de Benjamín, le hará bien saber que tendrá a otra persona que le recuerde a su hijo.

—La pequeña del cementerio es tu hija, ¿verdad?

—Sí.

—Se parece mucho a Benjamín.

—Lo sé.

—Creo que será mejor que me vaya, siento mucho haberte molestado.

No digo nada más y la voy a dejar a la puerta, no sé qué pretendía con esto pero me deja muy confundida. Cuando sale, cierro la puerta tras de ella y me quedo apoyada en ella; sin previo aviso comienzo a sentir muchas ganas de llorar. Tomo mi teléfono y busco entre los contactos a Diego, necesito escuchar algo de él, mientras suena el tono las lágrimas comienzan a desbordar mis ojos sin poder evitarlo; la llamada se desvía y suena la voz para que deje mi mensaje, sé que mi voz suena horrible, estoy ahogándome entre sollozos.

—¿Puedes llamarme? Necesito hablar con alguien, por favor.

Corto y me quedo ahí esperando, unos minutos después llega un mensaje de él.

«No puedo contestarte ahora, lo siento mucho. Te llamo en la noche.»

El nudo en mi garganta se hace más rápido y el teléfono se me resbala de las manos, por suerte esta vez la pantalla no se rompió.

Decido llamar a la abuela, hace mucho que no hablo con ella; quiero decir, la vi hace dos días pero no hablamos de nada persona. Es increíble cómo esta mujer me conoce tan bien que nota enseguida que mi voz está extraña. Estamos cerca de una hora hablando, le cuento cada detalle y a pesar de la tristeza y rabia que siento, me hace reír con algunos improperios que lanza hacia mi ex. Corto el teléfono cerca de las siete y decido prepararme algo de comer, no me he alimentado mucho en todo el día y tampoco tengo hambre pero lo hago por mi salud; no voy a volver a dejar de comer por nadie.

Decido ponerme el pijama y acostarme temprano, enciendo el televisor de mi habitación y busco alguna película que estén dando, decido dejar Endless love, ya la he visto un par de veces pero me gusta y logrará distraerme, creo que debí haber ido al viaje con mis padres. En estos momentos odio la soledad.

El ruido del teléfono me despierta, en la tele muestran los créditos de la película, ni siquiera me di cuenta en qué momento me quedé dormida. Reviso el teléfono y veo que es un mensaje de Diego, sonrío un momento y cuando lo leo la sonrisa se borra.

«Deja de molestarme, Elizabeth. Tus problemas no me interesan, siempre es lo mismo y estoy aburrido de escucharlos; sugiero que te busques a alguien más para que seque tus lágrimas que yo estoy ocupado con la que será mi futura esposa.»

Dejo mi teléfono caer en la cama y me quedo mirando a la nada, ¿es posible que te rompan el corazón cuando ya está roto? Al parecer sí, no sé qué es lo que pasa conmigo pero siento que me acaban de romper por completo. 


Maratón (3/3)

Bueno chicas (no sé si hay chicos), no me aguanté hasta mañana así que aquí les dejo un pequeño maratón de tres capítulos, espero que los disfruten porque yo disfruté mucho escribiéndolos :3, un besito, nos leemos :)

Cartas a BenjamínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora