Capítulo 64: Dinero y educación

707 89 3
                                    

Por primera vez en la vida, Charles Grayson no sabe cómo reaccionar y eso me da un poco de satisfacción. Sé que se está debatiendo entre abrazarme o golpearme aunque al final lo único que logra salir de sus labios es:

—¿Qué haces aquí?

—Claramente no te visito a ti —respondo con desdén haciendo un esfuerzo enorme por olvidar que es mi padre, ese señor mató todo el respeto que le tuve alguna vez.

—Creí que habías dicho que no volverías a poner un pie en esta casa.

Cassia estira los brazos hacia su abuelo pero yo no dejo que la tome, no quiero que mi hija tenga nada que ver con él.

—No se confunda, señor, no estoy aquí por usted ni lo he perdonado. Si vine fue solo para ver a mi mamá y a Rosie y porque estaba casi segura de que no tendría estos encuentros tan desagradables.

—Bueno, como ves, estoy aquí.

—Sí y tal vez sea una buena ocasión para agradecerte —él me mira confundido y yo estoy tan furiosa que no mido nada de lo que digo—. Nunca creí que nada bueno saldría de esto, quiero decir que Diego perdió su trabajo por elegirme a mí, cosa que tú no pudiste hacer y para seguir mereciendo tu premio al mejor padre del año, moviste tus contactos para que nadie en esta maldita ciudad le diera trabajo a pesar de su excelente curriculum y recomendaciones que tenía...

—¿A qué quieres llegar con todo esto?

—¿Es que no lo entiendes? Gracias a tu egoísmo, nadie va a contratar a Diego por aquí y sumándole a eso, que ha recibido bastantes propuestas buenas de trabajo en Santiago, ¿adivinas el resto? Si no hubieses intentado arruinarlo todo, tendríamos que tener una relación a distancia, mucho más fácil de romper que ahora que vivirá conmigo pero lo arruinaste todo por solo pensar en ti. Bueno, por eso solo puedo decirte gracias, creo que es el mejor regalo que me has dado en mi vida y ahora, si me permites, iré a ver a las personas que si me quieres y se preocupan por mí.

No dejo que diga nada más, me dirijo a la casa intentando tranquilizar a mi hija que parece impaciente por no haberla dejado saludarlo. Sé que la estoy haciendo sufrir un poco pero no puedo dejar que siga creando un lazo con él para que luego la desilusione como a mí, ese es un dolor tan fuerte que me niego a causarle a mi hija.

Escucho la puerta del auto de mi papá cerrarse a mi espalda y que arranca a toda velocidad para alejarse de este lugar, mis hombros se relajan, ni siquiera me había dado cuenta de lo tensa que estaba pero ahora todo está bien. Toco el timbre y espero a que alguien me abra la puerta.

—¡Elizabeth! —lo mismo que dijo papá hace unos minutos solo que de la boca de mi mamá suena distinto, con emoción, como si fuera la sorpresa más grande que ha recibido y la mejor.

No me deja responderle nada, simplemente se acerca a nosotras y nos rodea con sus brazos, tan acogedores como siempre. A pesar de que hablamos casi todos los días por teléfono, nunca es lo mismo que recibir el cariño directamente, no tardo en notar que comienza a llorar mientras me dice cuánto nos extrañó porque cada vez las llamadas de teléfono eran más cortas por mi falta de tiempo.

—Siento haber estado tan desaparecida, es solo que la universidad y el trabajo apenas me dejaban tiempo para Cassia, menos para hablar por teléfono.

—¿Qué trabajo?

Ups, creo que no debí haber mencionado eso.

—Bueno, ya sabes que cuando estaba embarazada trabajaba para tener mis ahorros y ahora estoy haciendo lo mismo pero acabo de renunciar así que tengo que buscar una vez más.

Cartas a Benjamínحيث تعيش القصص. اكتشف الآن