La llegada

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Harry despertó aquella mañana sintiendo un peso sobre su pecho y al intentar abrir los ojos sólo vio una figura difusa, peluda y naranja que le lamía la nariz con su lengua rasposa, se frotó los ojos y así pudo enfocar mejor la imagen aunque aún no la podía percibir con absoluta claridad.

—¡Buenos Días, Crookshanks! —saludó al gato tomándolo para quitárselo de encima, posteriormente tomó sus gafas del buró y se las colocó.

Se dirigió al cuarto de baño de la habitación que otrora había pertenecido a los gemelos y comenzó a asearse mientras recordaba lo sucedido la noche anterior:

Luego de la visita de Dumbledore en la casa de los Dursley, éste llevó a Harry por medio de aparición (una experiencia bastante extraña y algo desagradable para el muchacho) hasta un pueblo llamado Budleigh Babberton donde encontraron a un viejo amigo del director, Horace Slughorn quien había sido profesor de Pociones hacía muchos años. 

Nuevamente había una vacante en el profesorado y el buen Dumbledore creyó que su viejo amigo podría llenar ese hueco, sin embargo, el hombre, según el criterio de Harry, parecía bastante escurridizo y nervioso por no decir paranoico. En un principio se rehusó fervientemente a regresar a Hogwarts y hasta se había arrojado a sí mismo un encantamiento de transformación para parecer un simple sillón. La casa que habitaba estaba totalmente destruida, pero posteriormente, Harry supo que en verdad aquella casa pertenecía a una familia de muggles que en aquel momento estaban de vacaciones en las islas Canarias en España y que lo que Slughorn realmente quería era hacerle creer a los mortífagos que esa casa ya había sido atacada y que por lo tanto no tendrían por qué buscarlo allí. 

Harry no entendía por qué habrían de buscarlo los mortifagos, pero luego, recordando los últimos artículos del Profeta pensó que no era algo descabellado del todo, al parecer los mortifagos habían hecho de las suyas por doquier y sin importarles si tenían una deuda con ellos o no, tampoco parecía importarles si las víctimas eran muggles o no, de hecho les divertía ver sus caras incrédulas y aterradas cuando eran blancos de ataques.

Dumbledore quería que, de alguna manera, Harry convenciera al profesor Slughorn de enseñar nuevamente en el colegio y aunque Harry había dudado en un principio lo logró. El antiguo profesor terminó aceptar llenar el hueco que había nuevamente en el profesorado. Harry también comprovó previamente lo que le había dicho el profesor Dumbledore después de la visita: que Slughorn era un hombre simpático aunque algo oportunista y bastante astuto. No en vano había sido jefe de la casa Slytherin hacía muchos años, también le gustaba rodearse de gente inteligente, influyente o con talento y por eso había fundado una especie de club con estudiantes que destacaban académicamente o en algún talento, fue así como más adelante logró obtener favores de ellos.

También recordó que cuando el profesor Dumbledore lo había dejado allí en La Madriguera la noche anterior, le había dicho, entre otras cosas, que debería contarle a sus amigos (a Ron y a Hermione) que realmente él era El Elegido como insistían en llamarlo todos los periódicos del mundo mágico, y también le dijo que cuando comenzaran las clases en el colegio, él mismo le daría clases particulares. Eso sería un alivio, pensó el muchacho, pues no soportaría otra tanda de clases particulares de Oclumancia con Snape, definitivamente no.

Lo que aún le daba vueltas a Harry dentro de su mente era un detalle en particular... ¿Qué rayos le había sucedido a Dumbledore en la mano? Había intentado preguntarle, pero él no le contestó.

¡Despiegta, Hagy! —dijo la voz de Fleur Delacour desde la hendija que dejaba la puerta entreabierta de la habitación.

Harry asomó la cabeza fuera del cuarto de baño y le indicó a Fleur que podía abrir la puerta. La mujer así lo hizo y entró también Ro, acompañado de Ginny y Hermione que parecían hartas de la mitad Veela, de su presencia, su petulancia y sus órdenes, sin embargo Harry y Ron la miraban con expresiones de bobalicones.

El Pocionista y la CantanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora