Una góndola y una canción

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Un débil rayo de luz se colaba por la abertura de la gruesa cortina entreabierta de una de las ventanas de la majestuosa habitación. Severus abrió los ojos lentamente y al hacerlo por completo, se encontró un poco desorientado al despertar en aquella habitación extraña y lujosa, sin embargo, en cuestión de unos segundos lo recordó todo. Estaba allí de luna de miel junto a su amada esposa. Giró sobre su costado derecho y allí estaba ella. Emily dormía plácidamente descansando sobre su costado izquierdo. El débil rayo de sol le arrancaba destellos dorados a su hermoso cabello, parecía que soñaba algo agradable pues, de vez en vez sonreía ligeramente; Severus no pudo evitarlo, de modo que acarició su rostro y la piel de su brazo.

La suavidad de su piel era adictiva y demandaba caricias; sus labios tentadores y también extremadamente suaves reclamaban sus besos. Él sonrió al mirarla, parecía un ángel. Se acercó un poco más y la besó mientras continuaba acariciándola, esta vez ella abrió los ojos con lentitud... Al verlo y sentirlo tan cerca, se separó un poco asustada, aún no estaba acostumbrada a despertar junto a alguien, pero casi de inmediato sonrió, acariciando el rostro de su esposo.

—Lamento haberte asustado, querida —se excusó el pocionista.

—Es solo que aún no estoy acostumbrada a despertar junto a alguien, cariño, y mucho menos a que me despierten de esa manera —contestó ella con voz soñolienta mientras se desperezaba—. ¡Buenos días, amor!

—¡Buenos días, querida!... ehhh ¿te molesta mi manera de despertarte? —inquirió un poco contrariado.

—Para nada —respondió ella riendo—. Todo lo contrario, me encanta —bostezó y luego preguntó—. ¿Qué hora es, cielo?

—Son las ocho en punto —respondió Snape, echando un vistazo a un reloj que colgaba de la pared de enfrente—. Será mejor que nos demos prisa. Hoy tenemos que continuar con nuestro recorrido.

—Ya me muero por visitar Venecia y... La Porta. Te encantará la Porta, cariño.

Emily se colocó la bata sobre el camisón, adentrándose segundos después en el cuarto de baño para asearse. Severus apenas y se estaba incorporando de la cama cuando tocaron a la puerta de la suite. Se colocó la bata encima, se calzó las pantuflas, salió hacia el vestíbulo y abrió la puerta. En el umbral se encontraba un elfo doméstico y junto a él, flotaba un trozo de pergamino y una pluma a vuela pluma.

Buongiorno, signore —lo saludó con su vocecita aflautada—. Voi preferite mangiare qui?

—¡Ehhh!... —Severus no sabía qué decir, no entendía ni una palabra de lo que el elfo decía, de modo que decidió llamar a su esposa—. ¡Emily!

—¿Quién es, cielo?

—Un elfo. Está preguntando algo, pero no comprendo nada.

—¡Ya voy!

Al escuchar que Severus llamaba a Emily, el rostro del elfo se iluminó, ya sabía que ella sí comprendía su idioma.

Uffa! La signora! lei capisce tutto (Uffa es una expresión de sorpresa muy usada por los italianos) (¡La señora! ella entiende todo) —dijo.

—Bien, ya estoy aquí, cariño —dijo Emily acercándose y luego saludó al elfo con amabilidad—. Ah, ciao picolo. Sono qui (Ah, hola pequeño, estoy aquí)

Bene, la mía domanda é... Voi preferite prima colazione qui?

Emily sonrió mirando a Severus.

El Pocionista y la CantanteWhere stories live. Discover now