Obsequios

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Tal y como te lo dediqué en aquel entonces en potterfics, amiga, muchas gracias por tu apoyo. Es una lastima que todavía no pueda subir imágenes.

Este episodio está dedicado a mi amiga Rubí Galasanz y reitero también por este medio la inmensa alegría que me prodigó escuchar su voz y las lindas palabras que me dijo, por ser tan linda persona y por estar dispuesta a escuchar con paciencia incluso mis tribulaciones. Para ti, mi querida amiga este episodio, espero lo disfrutes.



La mañana de navidad, Emily despertó más animada, feliz y restablecida. La sensación de mareo y malestar estomacal había desaparecido por completo. Se puso una bata sobre el piyama, se lavó los dientes y cual si fuera una niña, bajó corriendo las escaleras para dirigirse al árbol de navidad que ella y su esposo habían colocado en el vestíbulo de la casa (después de múltiples peticiones a Severus a quien nunca le entusiasmaba la idea de talar un árbol para adornarlo) Severus la observaba maravillado desde un sillón de orejas, le enternecía la actitud infantil que su esposa reflejaba a veces.

—¿Ya lo revisaste, cariño? —preguntó Emily—. Aquí hay muchos regalos y algunos son para ti.

—Te estaba esperando, querida —respondió él levantándose del sillón, sin poder evitar el recuerdo de cuando era niño y se acercaba al árbol de navidad dónde había un único regalo, el de su madre.

Emily tomó los suyos y comenzó a destaparlos, encontrando una caja de terciopelo en cuyo interior había un juego de collar y pulsera de oro puro y diamantes por parte de sus padres, un libro sobre música de parte de Dumbledore y lo que más le gustó fue el de Severus que consistió en todas las fotos de cuando fueron a Italia reveladas con una poción especial para darles movimiento. Estaban enmarcadas y también estaba aquella que les tomaron cuando fueron a ese festival de rock en Nottingham.

—¡Gracias, amor, están bellísimas!

—No tanto como tú —respondió él.

—¡Mira! Aquí está el mío.

Severus tomó el regalo que Emily le ofrecía y descubrió un precioso reloj de oro (él tampoco pudo evitar recordar que cuándo cumplió los diecisiete años, su madre le dijo, muy apesadumbrada, que no podía compararle un reloj de oro como era la tradición entre los magos, aunque él no se lo exigía y más bien la comprendía) este que Emily le obsequiaba era un reloj muy especial, ya que tenía un chivatoscopio incorporado y de esta forma alertaba a su portador de posibles ataques.

—Es para que estés más seguro —le dijo Emily—. También le envié uno a mi abuelito. No sé por qué sale tanto de Hogwarts últimamente... No quiero que algo malo les suceda. Mis padres se que están bien seguros porque casi no salen de casa, salvo papá que tiene que ir a trabajar al ministerio, pero ustedes dos...

—Solo son... diligencias de Hogwarts, además, yo no salgo tanto como Albus —respondió Severus con voz ronca—. Muchas gracias, princesa ¡Ah! Mira, éste es de Minerva —dijo después para desviar el tema.

La profesora MacGonagall le había regalado un monedero de piel con sensor antirrobo y Dumbledore un libro de autor muggle que al director solía gustarle mucho: «El Milagro Más Grande del Mundo»

—Parece interesante —dijo Snape mirando la portada del libro donde el título imperaba en letras grandes.

—Desde luego que debe ser interesante, es de un autor muggle.

—En el mensaje que Albus me dejó en la contraportada dice que es su favorito —añadió Snape.

—¡Wow! —exclamó Emily maravillada—. Y hablando de muggles, mira nada más lo que me envían Hermione y los señores Granger: un juego de plumas estilográficas muggles. Ya sabes, de esas que ya tienen la tinta incorporada y son de varios colores.

El Pocionista y la CantanteWhere stories live. Discover now