Recuperación

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Todo Hogwarts estaba en ruinas, muchas de las atalayas caídas, escombros por doquier, alamedas esparcidas por el piso de piedra cuyas lajas estaban levantadas. Gárgolas hechas polvo, armaduras desmanteladas y candiles reventados pero nada de eso importaba, no sería nada que no pudiera resolver un buen trabajo en equipo, y todos los que habían colaborado en la guerra contra Voldemort y sus mortífagos, es decir, profesores, estudiantes, padres y vecinos de Hogsmeade, estaban dispuestos a reconstruir el castillo, con magia desde luego.

El cuerpo de Voldemort fue trasladado a la sala de trofeos junto con los restos de su asquerosa serpiente. Al principio la profesora MacGonagall no sabía qué hacer con ambos pero al final resolvió entregarlos al ministerio de magia. Kingsley resultó electo ministro temporalmente para llenar el vacío de poder que había dejado la anterior gestión, aunque más tarde resultaría electo de forma definitiva. Él decidió que el mejor castigo para la memoria de Voldemort sería llevar su cuerpo al cementerio de pequeño Hangleton para ser sepultado junto a su padre muggle, en cuanto a Nagini, metieron su cabeza en un nicho y la dejaron en la sala de trofeos con una leyenda que decía:


Nagni: Mascota de Voldemort y el último de los horrocruxes en ser derrotado. Fue eliminada por Neville Longbottom en el paroxismo de la guerra mágica, devolviendo al fin la mortalidad al llamado Señor Tenebroso.


Neville no estaba de acuerdo al principio, se había ruborizado hasta las orejas, pero su club de admiradores no tomó en cuenta su opinión y apoyó la resolución que terminó por halagarlo, sin poder creer todavía que era un héroe.

Los muertos fueron entregados a sus familias para ser enterrados con dignidad, y los heridos más delicados fueron trasladados a San Mungo. Espina, Fred y Severus estaban entre ellos.

Snape era quien estaba más delicado, sus heridas aún se resistían a cerrarse y tenía que ingerir una poción para suministrar sangre ya que había perdido bastante, pero afortunadamente el equipo que lo atendía había sido el mismo que había atendido al señor Weasley cuando fue atacado por la serpiente de Voldemort, además, los sanadores pidieron una muestra de veneno de Nagini al saber que tenían el cadáver de la serpiente a su disposición, así que Harry se ofreció a ordeñar lo que quedaba de veneno en los colmillos del animal y lo llevó al hospital en donde se preparó el antídoto.

Al llegar al hospital, Emily estaba tan preocupada por Severus que ni siquiera se había dejado atender por nadie hasta que lo atendieran a él primero.

—¡Emily! —exclamó uno de los medimagos al ver como sangraba—. Hay que mirar esa herida.

—No es nada, te suplico que te encargues de mi esposo, por favor. A duras penas logré detener el sangrado con las vendas pero es necesario que lo atiendan... por favor.

—¡Emily! —la llamó Severus—, haz que te... atiendan también.

—Sí, cariño, luego —respondió ella, acariciándole el cabello mientras lo trasladaban en una camilla—, pero lo más importante ahora eres tú.

La pobre mujer no había querido ni ir a cambiarse de ropa, todavía estaba cubierta de sangre seca, suya y de Severus, al menos se dejó atender en cuanto vio que su marido ya estaba estable, pero no había querido separarse de él ni por un segundo, salvo alguna que otra ocasión en que lo dejó al cuidado de Greta y Jacob para ir a echarle un vistazo a Fred y a Espina que solo tendrían que pasar una noche allí.

Emily se cabeceaba en un sillón junto a la cama de Severus y en vano le repetía él una y otra vez que se recostara en la cama que estaba a su lado porque ella quería permanecer en vigilia, velando su sueño, a pesar de que el sanador encargado le había dicho que él ya estaba fuera de peligro.

El Pocionista y la CantanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora