De vuelta a Inglaterra

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Aquella mañana, Emily despertó con un terrible dolor de cabeza producto de la ingesta de alcohol de la noche anterior a la que no estaba acostumbrada. Se sentía mareada y tenía también un incontrolable deseo de vomitar, pero aun así el recuerdo de su actitud desinhibida de la noche anterior la hizo reír con timidez.

No volveré a beber en toda mi vida aseguró mientras se tomaba la cabeza con las manos.

Ten, el elfo trajo la pócima para la resaca que le pediste respondió Severus mientras le acercaba una taza humeante a su esposa.

¡Por Merlín! De tan solo olerla se me revuelve el estómago, Sev dijo Emily, apartándola con la mano—. Ya sabes que nunca soporté las pociones, ni prepararlas y mucho menos beberlas ¡iuck!

Severus suspiró con pesadez mientras rodaba los ojos, trataba de llenarse de paciencia.

Y supongo que el malestar que estás sintiendo ahora debe ser más agradable que el sabor de la poción ¿no es así?

Muy gracioso respondió ella, tomando con resignación la taza—. No volveré a beber.

Solo debes tener más cuidado la próxima vez, querida dijo Severus, acariciándole el cabello—. No estás acostumbrada a beber y bueno... los vinos Mastrantonio son un poco fuertes, no en su sabor sino en los efectos.

Sí... pero deliciosos.

He allí la peligrosidad de las bebidas embriagantes aseguró Snape—. Entre más deliciosas y dulces, más riesgo tienes de pasarte de copas.

Solo una vez recuerdo haberme embriagado y sufrir una resaca tan terrible como ésta recordó Emily—. Lo confesaré... fue en Hogwarts durante mi época de estudiante. Gloria, Sasha, Espina y yo robamos de las cocinas una botella de jerez que los elfos tenían para cocinar esbozó una mueca de dolor y luego continuó—. Nos la tomamos  junto a Sarah Martin, la chica con la que compartíamos la habitación.

De haberlas descubierto, habrían recibido un severo castigo dijo Snape, negando con la cabeza.

Ella sonrió al tiempo que colocaba la taza ahora vacía en las manos de su marido.

De eso no tengo dudas, cielo.

Por un momento se quedó callada, pero luego se atrevió a hablar de nuevo.

¡Cariño! lo llamó. Su rostro poco a poco fue adquiriendo una tonalidad rosa.

¿Sí?

Anoche yo... bueno yo...

Estuviste más cariñosa que de costumbre y... muy sensual debo añadir.

¡Sev! expresó ella con falso tono de reproche mientras reía y le pegaba en el brazo. Él esbozó una escueta, pero sincera sonrisa de las que a ella tanto le gustaban.

Fue fantástico, Emily. Si besarte es una experiencia grandiosa, hacerte el amor es sencillamente lo más parecido a estar en el paraíso.

Ella sonrió y se recostó en su regazo.

Te amo tanto, Sev y para mí también es maravilloso poder entregarme a ti.

Volvieron a quedarse en silencio, ella recostada entre los brazos de su esposo, sintiendo como poco a poco disminuían las náuseas, el mareo y el terrible dolor de cabeza, no solo debido a la poción, sino también por causa de las caricias que él le prodigaba. Severus disfrutando de la suavidad de aquella piel que tanto adoraba, apenas creyendo que cada centímetro le pertenecía porque lo había conquistado con su amor.

El Pocionista y la CantanteWhere stories live. Discover now